🇮🇹✝️ El obispo de Viterbo viajará a Armenia el 5 de julio. “No es turismo, es tocar el alma de un pueblo que resistió el olvido”, dijo.
El próximo 5 de julio, el obispo de Viterbo, Orazio Francesco Piazza, encabezará una peregrinación inédita a Armenia, en una visita que —más allá de lo religioso— será un encuentro profundo con la historia, la identidad y la memoria de uno de los pueblos más antiguos del cristianismo. Será la primera vez que un obispo de esa diócesis italiana realiza un viaje pastoral a la cuna del cristianismo como religión de Estado.
Lejos de describirla como un viaje de placer o un recorrido turístico, el obispo la califica como una experiencia transformadora. “No es turismo, es como tocar simbólicamente el Monte Ararat”, señaló, subrayando el carácter simbólico del viaje, donde el contacto con el pueblo armenio se presenta como un acto de reverencia y comunión espiritual.
“Cuando persigues un sueño toda la vida, llega un momento en que tienes que abandonarlo y partir. Era una necesidad: comunicarnos con un pueblo que ha sabido preservar su identidad a través del tiempo y las convulsiones, resistiendo la violencia, la dispersión y el olvido”, expresó el obispo Piazza antes de su partida.
La delegación estará compuesta por varios clérigos y tendrá como objetivo principal conocer el rito armenio, su riqueza litúrgica y el peso espiritual de un pueblo que ha conservado su fe a través del sufrimiento. Para Piazza, Armenia representa una referencia de estabilidad espiritual y cultural, un modelo que desafía el caos contemporáneo.
“El propósito de la peregrinación no es solo espiritual”, afirmó. “Es encontrarse con personas, para redescubrirse a uno mismo, para conocer la fe desde una nueva perspectiva, escuchando las voces de quienes han mantenido su espiritualidad como fuego sagrado”.
Un momento clave del viaje será el encuentro con las raíces del cristianismo armenio encarnadas en la figura de San Gregorio el Iluminador, que según el obispo, es esencial para “comprender la esencia espiritual de este pueblo”.
En su declaración, el obispo también se refirió al compromiso histórico de la Iglesia Católica con la memoria del pueblo armenio. “El Vaticano no ha olvidado a los armenios”, enfatizó, recordando que varios papas, incluido Francisco, fueron pioneros en utilizar el término “genocidio” para referirse a los crímenes cometidos por el Imperio Otomano en 1915.
“Lo más importante es la memoria viva y el conocimiento directo”, destacó. “No se puede entender la historia del cristianismo sin comprender lo que ha vivido el pueblo armenio”.
Un colega armenio le había dicho una frase que Piazza repite como una advertencia y un llamado:
“No es posible visitar Armenia una sola vez. Las impresiones necesitan una segunda mirada para formarse por completo”.
En un contexto global marcado por la fragmentación y la pérdida de referentes, el obispo de Viterbo considera a Armenia como un faro de integridad cultural y espiritual. Su resistencia histórica no solo es digna de estudio, sino también de inspiración.
La peregrinación busca, entonces, establecer un puente entre dos iglesias hermanas —la católica romana y la apostólica armenia— y, al mismo tiempo, un diálogo entre civilizaciones que se reconocen mutuamente en su dolor, su fe y su voluntad de sobrevivir.
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