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Abu Dabi reconfigura el Cáucaso: Armenia y Azerbaiyán avanzan hacia la paz sin mediación de Rusia

La presión sobre Pashinyan: Kremlin, oposición e Iglesia

Por primera vez en décadas, Armenia y Azerbaiyán avanzan hacia la paz sin mediación Abu Dabi reconfigura el Cáucaso: Armenia y Azerbaiyán avanzan hacia la paz sin mediación de Rusia. La reunión celebrada el 10 de julio en Abu Dabi marca un cambio de paradigma en la geopolítica del Cáucaso Sur, donde Ereván y Bakú buscan cerrar un ciclo de conflictos y redefinir las rutas del futuro.

La cumbre de cinco horas entre Nikol Pashinyan e Ilham Aliyev, celebrada en la capital de los Emiratos Árabes Unidos, fue el primer encuentro bilateral sin mediadores externos desde el inicio del proceso de normalización. En el marco de esta reunión, ambas partes confirmaron su voluntad de mantener el formato bilateral como el más eficaz para alcanzar un acuerdo. Se abordaron los principales ejes del tratado de paz: delimitación fronteriza, reapertura de rutas regionales, y mecanismos de seguridad en los corredores de transporte.

Por parte de Armenia, participaron en la reunión figuras clave como el ministro de Exteriores Ararat Mirzoyan, el secretario del Consejo de Seguridad Armen Grigoryan, el viceprimer ministro Mher Grigoryan, y el enviado especial para la normalización con Turquía, Rubén Rubinyan. La delegación azerí no fue detallada públicamente.

Ambos líderes agradecieron al presidente de los EAU, jeque Mohamed bin Zayed Al Nahyan, por su hospitalidad y la organización del encuentro. Es la primera vez que una ronda de negociaciones tan crucial se celebra en suelo emiratí.

El fin del monopolio ruso en el Cáucaso

La reunión en Abu Dabi representa, de facto, una exclusión de Rusia del proceso de paz. Mientras el Kremlin insiste en que las negociaciones deberían basarse en los acuerdos alcanzados en 2020–2022 bajo mediación de Putin, el portavoz presidencial ruso, Dmitry Peskov, se vio obligado a emitir una declaración ambigua: “Acogemos con satisfacción cualquier avance hacia la paz”.

La contradicción es evidente. Hace apenas días, el subdirector del Ministerio de Exteriores ruso, Denis Masyuk, calificó como “absurdo” cualquier tratado que no incluya a Moscú, denunciando a los “autoproclamados mediadores occidentales”.

Sin embargo, la realidad geopolítica ya no gira en torno a Moscú. Como explica el analista Stepan Grigoryan, “Rusia está fuera de juego. No tolera que Armenia y Azerbaiyán negocien sin ella. Y menos aún que el control de los corredores lo asuman empresas occidentales bajo soberanía armenia”.

La presión sobre Pashinyan: Kremlin, oposición e Iglesia

El primer ministro armenio negocia en medio de fuertes presiones internas, que combinan al aparato eclesiástico, los círculos oligárquicos y la oposición radical, todos con fuertes vínculos con Rusia. A esto se suma el aumento de actividad en la base militar rusa en Gyumri, lo que ha sido leído como una señal de intimidación.

Aun así, el gobierno de Pashinyan ha reafirmado su compromiso con la soberanía territorial sobre cualquier infraestructura que cruce su territorio. «No aceptaremos ningún corredor que viole la jurisdicción de Armenia», enfatizó recientemente el viceministro Mnatsakan Safaryan. En este sentido, Armenia ha planteado como alternativa su iniciativa «Crossroads of Peace», que propone rutas integradas entre el Mar Negro, el Caspio y el Golfo Pérsico, bajo administración y supervisión internacional.

Zangezur, Najicheván y las rutas del futuro

propuesta de Estados Unidos para que las rutas de transporte entre Armenia y Azerbaiyán queden bajo administración de una empresa privada estadounidense, como mecanismo de garantía internacional para los corredores que conectarían Najicheván, Azerbaiyán y el resto del Cáucaso.

El Ministerio de Relaciones Exteriores de Armenia respondió con cautela, subrayando que cualquier propuesta debe respetar la soberanía, jurisdicción y leyes nacionales de Armenia.

“El desbloqueo de rutas es bienvenido si se enmarca en el proyecto ‘Crossroads of Peace’, que define nuestras condiciones soberanas para cualquier tránsito regional”, afirmó el viceministro Mnatsakan Safaryan.

Aunque no se revelaron detalles sobre otras propuestas, Safaryan confirmó que existen varios ofrecimientos internacionales en evaluación.

Esto ha despertado gran interés en Emiratos Árabes Unidos, que ya es el mayor inversor extranjero en Armenia y mantiene importantes proyectos con Azerbaiyán.

“La paz en el Cáucaso garantiza la protección de nuestras inversiones”, señaló el analista Elkhan Shahinoglu desde Bakú.

¿Por qué aún no se firmó el tratado?

El borrador del tratado de paz, acordado en marzo, contiene puntos exigidos por Bakú como la eliminación de toda mención a Nagorno-Karabaj en la Constitución armenia, el retiro de los observadores de la UE en la frontera, y el fin del Grupo de Minsk. Pashinyan ha aceptado la mayoría de estos puntos, pero ha pedido tiempo para realizar cambios constitucionales a través del Tribunal Constitucional.

El historiador Jirair Libaridian considera que, pese a las dificultades internas, el proceso ha superado un umbral:

“Por primera vez hay una negociación directa sin interferencias. Se rompió la barrera psicológica. A partir de ahora, el tratado de paz es una cuestión de tiempo”.

¿Qué sigue?

El avance de las negociaciones ocurre bajo la sombra de los hechos de septiembre de 2023, cuando Azerbaiyán ocupó completamente el enclave de Nagorno-Karabaj, lo que forzó el éxodo de más de 120.000 armenios. La comunidad internacional ha calificado ese proceso como una limpieza étnica.

Las fuerzas de paz rusas, presentes en la zona desde 2020, no intervinieron durante la ofensiva, lo que provocó un cambio drástico en la política exterior de Armenia, cada vez más inclinada hacia Occidente y nuevos socios árabes.

Aunque no se firmaron documentos, las partes acordaron continuar con las negociaciones, tanto a nivel técnico como político. Se espera que los ministros de Exteriores retomen la discusión y avancen en la demarcación, la apertura de rutas y, finalmente, la firma del tratado.

La pregunta clave ahora es qué se acordará primero: si se firmará un tratado de paz para luego implementar las rutas de comunicación, o si el proceso será inverso. La lógica diplomática sugiere que un acuerdo político firme permitiría destrabar con mayor facilidad los puntos técnicos.

Emil Ordukhanyan, director del Instituto de Filosofía, Sociología y Derecho, considera que todos los actores —desde China y la India, hasta la UE y EE.UU.— están observando atentamente el desarrollo de estas negociaciones.

“Hay competencia, hay intereses cruzados, y Armenia debe jugar bien sus cartas para convertirse en un país de tránsito seguro y soberano. Ese es el verdadero giro geopolítico”.

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