Turquía convierte el histórico Museo Kariye en mezquita en el marco de su campaña de islamización

El gobierno del presidente Recep Tayyip Erdogan continúa impulsando la reconversión de sitios patrimoniales en mezquitas como parte de su estrategia de islamización y consolidación política. El más reciente ejemplo es el Museo Kariye, también conocido como la Iglesia de Chora, reabierto al culto islámico en mayo de 2024 tras una ceremonia encabezada por el propio mandatario.

Un fallo que despejó el camino

El Consejo de Estado de Turquía (Danıştay), el máximo tribunal administrativo del país, rechazó el 25 de noviembre de 2024 una demanda interpuesta por académicos y ciudadanos que buscaban preservar el estatus museístico del Kariye. El fallo, emitido por unanimidad, sostuvo que la decisión de 2020 de convertir el sitio en mezquita era legal, al tratarse de un bien religioso clasificado como vakıf hayrat.

Con este dictamen, la gestión del monumento quedó en manos de la Dirección de Asuntos Religiosos (Diyanet), que supervisa actualmente las oraciones y el uso religioso del lugar.

Un monumento de valor universal

El edificio fue originalmente construido en el siglo XI como Monasterio de Chora durante el período bizantino, transformado en mezquita tras la conquista otomana de Constantinopla, y declarado museo en 1945. Durante décadas, albergó valiosos mosaicos y frescos bizantinos, restaurados con apoyo del Centro Dumbarton Oaks de Washington.

La conversión en mezquita generó oposición entre académicos, comunidades cristianas y defensores del patrimonio. Ioli Kalavrezou, profesora de la Universidad de Harvard, sostuvo en la demanda que la medida “restringía sus derechos académicos y culturales” al limitar el acceso a las obras bizantinas. Un ciudadano británico ortodoxo denunció que la reconversión “socavaba el derecho a estudiar libremente el patrimonio religioso” de Estambul, mientras que un demandante griego alegó vínculos personales y culturales con el templo.

Argumentos enfrentados

Los demandantes defendieron que el Kariye es “un patrimonio compartido de la humanidad”, protegido por convenios de la UNESCO y tratados internacionales. En contraste, el gobierno turco alegó que el decreto presidencial no era un acto político discrecional, sino una obligación legal derivada de la anulación previa del decreto de 1945.

El tribunal desestimó los argumentos de legitimidad de los extranjeros y rechazó también las reclamaciones de los demandantes turcos, afirmando que la protección de los mosaicos y frescos seguía vigente bajo la ley nacional de preservación cultural.

Ecos de Santa Sofía

El caso del Kariye sigue la misma ruta que Santa Sofía, reconvertida en mezquita en 2020 tras un fallo similar. Ambas decisiones provocaron críticas de organizaciones culturales internacionales, comunidades cristianas y varios gobiernos, que advierten que Turquía politiza los sitios patrimoniales y debilita su valor universal.

Los partidarios de Erdogan, en cambio, consideran estas reconversiones como actos de soberanía nacional y “correcciones de injusticias históricas”. Para el presidente, las medidas fortalecen su posición frente a la base conservadora e islamista que respalda su proyecto político.