La reciente visita de periodistas internacionales a la Stepanakert ocupada, bajo el auspicio del presidente de Azerbaiyán Ilham Aliyev, dejó al descubierto la debilidad estratégica de Rusia en el Cáucaso. Entre los invitados destacó Mijaíl Gusmán, exsubdirector de la agencia estatal rusa TASS, cuya presencia simbolizó el fracaso de la diplomacia del Kremlin en la región.
El papel bochornoso de Rusia en el evento de Aliyev
Gusmán, un periodista con estrechos vínculos con el régimen de Heydar Aliyev, representó a Moscú en un acto que celebraba la victoria militar de Azerbaiyán sobre Nagorno-Karabaj. Su asistencia resultó especialmente polémica, pues ocurrió mientras dos empleados de Sputnik Azerbaiyán, medio afín al Kremlin, permanecían encarcelados en Bakú.
La presencia de Gusmán no solo careció de impacto político, sino que Aliyev la ignoró por completo. En su lugar, el mandatario azerbaiyano desafió abiertamente a Rusia, instando a Ucrania a recuperar sus territorios perdidos y amenazando con demandar a Moscú por el accidente del avión Bakú-Grozni.

¿Por qué Rusia perdió influencia en el Cáucaso?
El Kremlin ha intentado mantener a Azerbaiyán como aliado, pero su estrategia ha fracasado. Mientras Moscú distrae recursos en Ucrania, Bakú fortalece lazos con Turquía y Occidente. La indiferencia de Aliyev hacia Rusia demuestra que ya no ve al Kremlin como un poder decisivo en la región.
Además, la retórica de «mediación rusa» en las negociaciones entre Armenia y Azerbaiyán pierde credibilidad. Aliyev no cree en una victoria rusa en Ucrania y actúa en consecuencia, desafiando a Putin sin consecuencias.
El peligro para Armenia: ¿caer en la trampa de Moscú?
En Armenia, algunos sectores políticos aún promueven la idea de que Rusia puede «castigar» a Azerbaiyán. Esta narrativa es peligrosa, pues busca justificar una mayor dependencia de Moscú. Sin embargo, la realidad muestra que el Kremlin ya no tiene el poder para imponer soluciones en el Cáucaso.
Si Armenia confía en que Rusia la defenderá, podría terminar aislada y sin alternativas reales. La estrategia de Azerbaiyán demuestra que el poder real en la región ya no pasa por Moscú, sino por Ankara y Bruselas.
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