El 2 de septiembre se conmemora la proclamación de la República de Nagorno-Karabaj, un aniversario marcado este año por fuertes tensiones políticas. El Órgano Supremo de la FRA Dashnaktsutyun convocó una manifestación de “unidad nacional”, respaldada por publicaciones en medios opositores y cientos de mensajes en redes sociales que reflejan el espíritu del evento.
El lema central apunta al primer ministro Nikol Pashinyan, acusado por la oposición de haber “rendido Artsaj” a cambio de alcanzar una paz de capitulación con Azerbaiyán y Turquía. Sin embargo, la narrativa no es nueva: se repite la tesis de que Nagorno-Karabaj obtuvo su independencia de Azerbaiyán bajo la legislación soviética, argumento que, aunque válido para algunos, no logra sostenerse en la arena internacional.
El mensaje externo: Karabaj como “vino viejo en odres viejos”
La estrategia de los organizadores busca mostrar a la comunidad internacional que la proclamación de 1991 mantiene vigencia política y jurídica. No obstante, expertos señalan que persiste una mentalidad equivocada: creer que lo que es cierto para Armenia debe ser automáticamente aceptado por la comunidad internacional.

La coincidencia temporal refuerza la carga simbólica. En vísperas del 34º aniversario, la OSCE suspendió el proceso del Grupo de Minsk, lo que en términos diplomáticos equivale a dar por concluido el conflicto armenio-azerbaiyano y reconocer los avances hacia la paz, especialmente tras el Acuerdo rubricado en Washington el 8 de agosto de 2025.
La agitación política: “No hay paz sin Artsaj”
El lema oficial de la manifestación, “No hay paz sin Artsaj”, busca rechazar cualquier pacto que implique el cierre definitivo de la cuestión de Nagorno-Karabaj. Sin embargo, hasta que el Acuerdo de Paz entre Armenia y Azerbaiyán no se firme y ratifique, analistas advierten que plantear la cuestión resulta inoportuno y hasta “contraproducente”.
La realidad es que el acuerdo culmina el proyecto del llamado “segundo Estado armenio” y abre nuevas posibilidades para Armenia en sus relaciones con Azerbaiyán, Turquía y en la obtención de prestigio internacional.
El futuro de la población armenia en Karabaj
Queda pendiente la cuestión más compleja: cómo se integrará la población armenia de Nagorno-Karabaj bajo la nueva situación jurídica y política. Viejas consignas como “justa exigencia, no hay retroceso” o “Karabaj se independizó con los mismos derechos que Azerbaiyán” han perdido fuerza.
El desafío ahora es definir quién será la “levadura de lo nuevo”, capaz de generar un marco viable para la convivencia y los derechos de los armenios en la región.
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