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La historia detrás del mito: independencia de Armenia y las relaciones con Turquía en clave realista. Por Klaus Lange Hazarian

Turquía celebra avances en el proceso de paz entre Armenia y Azerbaiyán, pero expertos cuestionan si en realidad impulsan el Corredor Medio.

En medio del debate actual sobre la independencia de Armenia y las presiones geopolíticas que enfrenta, algunos políticos ingenuos afirman que el “enemigo” exige convertir a Armenia en un protectorado turco. Esta afirmación desconoce o ignora deliberadamente la historia real de la independencia armenia y su compleja relación con Turquía, especialmente en el contexto de la República Independiente de Armenia (1918-1920).

La independencia de Armenia fue reconocida por primera vez precisamente por la Turquía otomana, pese a las duras circunstancias que rodearon su nacimiento. Si bien hubo utópicos que vaticinaban que las diez mil millas cuadradas del territorio serían “el cementerio de todos los armenios y no su patria”, la realidad política de aquel momento fue mucho más compleja. El Consejo Nacional Armenio proclamó una independencia incompleta, producto de las condiciones y ultimátums impuestos por Turquía.

En 1920, la jurisdicción efectiva de la República Armenia se extendía sobre aproximadamente 60 mil kilómetros cuadrados, y el gobierno logró contener las reclamaciones de Azerbaiyán sobre regiones clave como Artsaj y Syunik. Nadie puede predecir hoy qué fronteras habrían quedado definidas si se hubiera firmado un tratado de paz entre Bakú y Ereván, pero la ambición de un Estado soberano existía y resistía.

Sin embargo, el 28 de abril de 1920 las tropas bolcheviques entraron en Bakú y declararon la guerra a Armenia, que duró hasta agosto con un alto al fuego firmado entre Rusia y Armenia. Como parte de este acuerdo, las regiones de Nagorno-Karabaj, Zangezur y Nakhchivan quedaron temporalmente bajo control ruso, y su estatus definitivo debía resolverse mediante un tratado de paz posterior.

En ese contexto, el congreso de los pueblos de Oriente en Bakú, celebrado en mayo de 1920, con la presencia de figuras como Enver Pasha y otros mandos turcos, definió la República Independiente de Armenia como “agente del imperialismo internacional”. Allí se estableció que la Turquía kemalista, inmersa en su guerra nacional contra el imperialismo, debía conectar geográficamente con la Azerbaiyán soviética, sentando las bases para la futura configuración regional.

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Un análisis histórico que desmonta el mito sobre la independencia de Armenia y su relación con Turquía, en el contexto actual de presión

Un mes después, Turquía atacó a Armenia y las tropas bolcheviques avanzaron en Syunik. Esta ofensiva conjunta precipitó la caída de la República Armenia y la ocupación turca de gran parte de su territorio, sellada en el Tratado ruso-turco de amistad y fraternidad de marzo de 1921, que definió las fronteras que aún persisten.

Cien años después, en septiembre de 2020, Azerbaiyán lanzó una guerra contra Nagorno-Karabaj, extendiendo la ofensiva hacia territorios soberanos armenios, desde Kapan hasta Vardenis, a pesar de que Armenia es miembro de la OTSC y aliada estratégica de Rusia. Sin embargo, la “victoria” correspondió más a Turquía que a Azerbaiyán, y la realidad mostró que Rusia no actuó ni actuará contra Turquía en defensa de Armenia.

Ante este escenario, la pregunta es: ¿Qué alternativa le queda a Armenia si no la normalización de relaciones con Turquía? Ni Rusia ni Georgia ni Irán tienen interés o capacidad para obligar a Azerbaiyán a un diálogo genuino, y Turquía se ha convertido en el actor imprescindible para el futuro regional.

Es una situación incómoda y poco deseable, pero es la realidad geopolítica. La alternativa sería un acuerdo trilateral ruso-turco-azerbaiyano sobre Armenia, pero ni Turquía ni Azerbaiyán reconocen tal posibilidad. Por lo tanto, ¿Qué garantía tiene Armenia de conseguir más por medio propio que a través de la negociación con Turquía?

En definitiva, Armenia debe abandonar el “delirio” de permanecer siempre cautiva de la misma narrativa histórica y política. Como recordó Vano Siradeghyan, “la lucha de liberación nacional termina con la creación de un Estado independiente”, y ese es el desafío real de Armenia hoy.

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