El aumento de los ataques selectivos por parte de Israel contra altos mandos del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) y otros líderes militares en Irán ha avivado las especulaciones sobre un intento deliberado de desestabilizar al régimen teocrático. Según informes recientes de CNN, funcionarios del gobierno estadounidense creen que uno de los objetivos tácitos de Tel Aviv podría ser precisamente un cambio de régimen. Aunque estas evaluaciones no están sustentadas aún en inteligencia confirmada, sí reflejan una preocupación creciente en los círculos diplomáticos y de seguridad internacionales.
El llamado del príncipe exiliado: ¿agitador o eco sin efecto?
El debate sobre una posible intervención indirecta de Israel en la política interna iraní cobró fuerza tras un mensaje publicado en la red social X por Reza Pahlavi, hijo del último shah de Irán:
«El líder ignorante de la República Islámica antiiraní, Alí Jamenei, ha arrastrado una vez más a nuestro país a una guerra que no es la guerra de Irán ni del pueblo iraní. […] La solución es derrocar a la República Islámica mediante protestas callejeras y una huelga general».
Aunque su influencia real dentro de Irán es limitada, el llamado de Pahlavi refleja el tono de una oposición externa que observa con atención el desgaste del sistema. Su mensaje sugiere que los ataques israelíes podrían no solo prolongarse, sino generar nuevas olas de protestas internas.
Bakú, Israel e Irán: un delicado triángulo geopolítico
En Bakú, las repercusiones regionales no han pasado desapercibidas. Elkhan Shahinoglu, director del Centro Analítico Atlas, vinculado al gobierno azerbaiyano, advirtió que si la ofensiva israelí se intensifica, la situación podría tener efectos dentro de Azerbaiyán, particularmente entre los azeríes iraníes del norte del país. Shahinoglu incluso habla de una posible “revelación de la identidad azerbaiyana” como resultado de los ataques, en línea con la visión de Israel de Irán como un país multiétnico propenso a fragmentarse.

Aunque el gobierno de Ilham Aliyev mantiene una política de “equilibrio estratégico” entre Israel e Irán, su margen de maniobra podría reducirse si la situación interna en la República Islámica se desestabiliza. La retórica de unidad nacional y la histórica aspiración de “reunificación azerbaiyana” añaden tensión a un posible escenario de refugiados o movilización étnica transfronteriza.
¿Es viable un colapso del régimen iraní?
El politólogo Alexéi Makarkin aporta una visión crítica a este escenario, subrayando que el verdadero problema de Irán no radica tanto en la eliminación de líderes militares como en el agotamiento del modelo político fundado tras la Revolución Islámica de 1979.
Según Makarkin, las élites clericales se han transformado en “oligarcas religiosos”, lejos del idealismo austero de la era de Jomeini. A pesar de contar con un aparato represivo y una base conservadora, el régimen enfrenta el desencanto de una juventud urbana educada, así como el deterioro de su influencia regional —particularmente en Siria y Líbano— y una economía afectada por las sanciones.
“El envejecido Jamenei, ante la falta de solución para un sucesor, es cada vez menos capaz de ejercer un liderazgo eficaz”, escribe Makarkin. La lucha interna entre los “halcones” y los “moderados” dentro del régimen ha impedido una línea clara, oscilando entre amenazas a Occidente y señales de apertura.
¿Un momento histórico para Israel?
El ministro de Defensa israelí, Yoav Gallant, afirmó recientemente que “no se puede perder el momento histórico, hay que aplastar la cabeza de la serpiente”, en alusión directa a los líderes iraníes. Esta retórica coincide con una política de eliminaciones selectivas, sabotajes e incursiones digitales que apuntan a socavar las capacidades nucleares y militares de Irán, pero también a provocar fisuras internas en el régimen.
Este enfoque, que podría calificarse como una estrategia de «implosión inducida», recuerda a otros episodios de guerra híbrida en el siglo XXI. Sin embargo, el resultado sigue siendo incierto: aunque el régimen enfrenta presiones internas, conserva una capacidad significativa de control y represión, así como una base ideológica que, aunque erosionada, aún es operativa.
Comments