Una vez más, es necesario poner en orden la cronología y enfrentar las manipulaciones históricas que rodean al Nagorno-Karabaj (Artsaj).
El 2 de septiembre de 1991 se proclamó la independencia de la República de Nagorno-Karabaj, una decisión que no fue improvisada ni oportunista, sino consecuencia directa de décadas de violencia, discriminación y persecuciones contra la población armenia en Azerbaiyán.
El inicio del movimiento
En febrero de 1988, el consejo regional de la NKAO votó a favor de solicitar la transferencia de la región a la RSS de Armenia. Fue el inicio del movimiento de Karabaj, que antecedió a las tragedias que lo marcarían: los pogromos de Sumgait (27-29 de febrero de 1988), los asesinatos y expulsiones en Bakú (enero de 1990) y la Operación Anillo (abril-mayo de 1991).
Es decir, el reclamo de los armenios de Karabaj por la reunificación comenzó antes de las matanzas, un dato que desmonta versiones simplistas que buscan culpar al movimiento de las consecuencias violentas posteriores.

La independencia de Armenia y la exclusión de Artsaj
El primer presidente de Armenia proclamó la independencia de la República el 21 de septiembre de 1991, en un referéndum organizado bajo las leyes de la URSS. Karabaj no fue incluido porque legalmente era imposible en ese marco. Esa omisión, sin embargo, ha sido manipulada como si se tratara de una traición a la causa de Artsaj, cuando en realidad se trataba de una limitación jurídica insalvable.
Los referéndums de Artsaj
A diferencia de lo que afirman algunos, en Artsaj nunca se organizó un referéndum sobre la unión con Armenia. Hubo solo dos consultas populares: 10 de diciembre de 1991: referéndum sobre la independencia de la NKR y 10 de diciembre de 2006: referéndum sobre la nueva Constitución.
Ambos confirmaron el rumbo de Artsaj hacia la independencia y la soberanía, sin mención alguna a una posible anexión a Armenia. La Constitución de 2006, apoyada por el 98,6% de los votantes, establece con claridad el objetivo de “revivir las tradiciones históricas de la estatalidad en Artsaj” y de asumir “la propia responsabilidad por el destino de la patria histórica”.

34 años de sacrificio y reproches
Durante más de tres décadas, Armenia defendió Artsaj a costa de miles de vidas y de enormes recursos nacionales. Mientras tanto, en el enclave se consolidaron estructuras burocráticas, fondos y ministerios que, en muchos casos, se convirtieron en plataformas para la corrupción y el despilfarro, antes que en herramientas de construcción estatal.
Hoy, cuando Armenia enfrenta sus propios desafíos existenciales y busca apoyar a los desplazados, se multiplican los ataques y acusaciones. Pero la verdad es que el vínculo entre Ereván y Artsaj fue siempre de sacrificio desmedido en nombre de la supervivencia de los armenios de Karabaj.
La manipulación como arma política
Resulta revelador que, en lugar de enfrentar los hechos históricos, se intenten usar consignas para dividir a la sociedad armenia y sembrar dudas sobre la legitimidad de la independencia de Artsaj. La realidad es simple: Artsaj proclamó y defendió su propia soberanía, y Armenia, aun sin proclamar la reunificación, cargó con el costo de esa defensa durante 34 años.
La pregunta que queda abierta es clara: si Artsaj siempre optó por la independencia en sus documentos fundacionales, ¿Qué sentido tiene acusar a Armenia de no reclamar lo que nunca se solicitó formalmente?
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