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Los riesgos legales y personales de los pasajeros armenios obligados a bajar en Bakú. Por Klaus Lange Hazarian

El cierre del espacio aéreo iraní obligó a aterrizar en Bakú, exponiendo a pasajeros armenios a riesgos legales y personales en Azerbaiyán

Debido al cierre del espacio aéreo de la República Islámica de Irán y algunos países vecinos, pasajeros armenios se vieron obligados a aterrizar en Bakú, capital de Azerbaiyán, un país con el que Armenia mantiene un conflicto histórico aún sin resolver, poniéndolos en riesgos legales y personales.

Este episodio, ocurrido el 13 de junio de 2025 pone de relieve una vulnerabilidad crítica en el actual sistema de aviación civil y en los protocolos internacionales de protección consular.

Un precedente peligroso: el aterrizaje forzoso y la instrumentalización política

Alexander Lapshin dio un muy buen ejemplo: Imagina que eres un turista armenio, o incluso un ciudadano de otro país con raíces armenias, que simplemente decidió viajar desde Moscú a Dubái. Por razones ajenas a tu voluntad, tu avión es desviado a Bakú. Ahora imagina que llevas un apellido reconocible, o que tienes algún vínculo familiar con Artsaj (Nagorno-Karabaj). En un país donde la propaganda oficial sigue insistiendo en el discurso del “terrorismo armenio” o del “genocidio de Jodzhali” —incluso sin pruebas concretas—, tu presencia se convierte en una moneda de cambio política.

La experiencia recuerda precisamente a la serie israelí Teherán, donde una pareja de turistas es arrestada en Irán por acusaciones absurdas tras un aterrizaje imprevisto. Pero esto ya no es ficción. Es una amenaza real cuando los sistemas judiciales se utilizan como herramientas de persecución étnica o represalia política.

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El cierre del espacio aéreo iraní obligó a aterrizar en Bakú, exponiendo a pasajeros armenios a riesgos legales y personales en Azerbaiyán

La doble exposición: armenios en Bakú, azerbaiyanos en Ereván

El Servicio de Seguridad Nacional (SNB) de Armenia confirmó que ciudadanos armenios, así como personas de origen armenio, aterrizaron en Bakú por el cierre del espacio aéreo de Irán y países adyacentes. La paradoja es que, en una situación inversa, también ciudadanos azerbaiyanos aterrizaron en el aeropuerto de Zvartnots, en Ereván.

La diferencia está en cómo los trata cada gobierno. Armenia —pese a las tensiones— no ha usado esta situación como excusa para detenciones arbitrarias ni procesos penales. En contraste, en Azerbaiyán, el historial reciente sugiere que podría instrumentalizar a cualquier persona de origen armenio como una potencial «amenaza nacional», incluso con pruebas fabricadas o sin fundamento alguno.

Solo hay que recordar cuando en 1988 un niño de 11 años fue acusado por el régimen azerí de ser el jefe del “movimiento miatsum” (reunificación de Karabaj con Armenia). Este tipo de distorsión histórica y judicial no es un caso aislado, sino parte de una estrategia de criminalización colectiva contra los armenios.

Un vacío en el derecho internacional humanitario

Este incidente demuestra que los pasajeros civiles —en tiempos de paz— pueden ser rehenes indirectos de conflictos no resueltos. Los tratados internacionales de aviación y el derecho consular no prevén adecuadamente qué sucede cuando un vuelo comercial aterriza en territorio hostil para uno de sus pasajeros debido a circunstancias de fuerza mayor.

¿Qué debería pasar en una situación así? El principio de no discriminación y protección diplomática inmediata debe activarse. Pero para ello, es necesario que las organizaciones internacionales, incluidas la ONU, la OACI y el CICR, establezcan protocolos claros que impidan a cualquier Estado detener o procesar a personas únicamente por su origen étnico o sospechas infundadas basadas en afiliaciones familiares, políticas o históricas.

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