El arresto en Bakú de Adnan Ahmedzadeh, empresario y exdirector de SOCAR, ha destapado un nuevo escándalo en torno al oleoducto Bakú-Ceyhan, clave en la estrategia energética de Azerbaiyán. El Servicio de Seguridad del Estado lo acusa de haber importado petróleo contaminado con cloruros orgánicos a la terminal de Bakú, lo que habría comprometido la calidad de las exportaciones hacia Europa.
La versión oficial: sabotaje y contaminación
El tribunal de distrito de Sabayil dictó prisión preventiva de cuatro meses contra Ahmedzadeh. Según el portal progubernamental haqqin.az, el empresario utilizó su compañía Caspian Logistics Solutions, dedicada al transporte de carga por mar, tierra y ferrocarril, para introducir el crudo “contaminado”.
En agosto, varias refinerías europeas rechazaron el petróleo azerbaiyano por “exceso de cloruros”. La narrativa de Bakú apunta hacia una operación de sabotaje que habría buscado dañar el BTC, pieza central de la seguridad energética de Occidente. “Se trata de una investigación en curso sobre un intento de afectar nuestra infraestructura petrolera estratégica”, señaló un medio cercano al gobierno.

La sombra de Rusia sobre el oleoducto BTC
Varios medios de Bakú sugieren que el origen del petróleo contaminado podría estar ligado a una operación encubierta rusa. En un contexto de guerra en Ucrania y sanciones energéticas, Moscú tendría interés en debilitar la reputación de Azerbaiyán como proveedor seguro para Europa.
El Mar Caspio, al ser una cuenca cerrada, limita el transporte a intercambios entre los países ribereños: Rusia, Kazajistán, Turkmenistán, Irán y Azerbaiyán. Coincidentemente, poco antes del arresto, Kazajistán había reanudado sus exportaciones de crudo a través del BTC.
Las dudas: BP controla la calidad en Bakú
Pese al ruido mediático, especialistas cuestionan la solidez del caso. La terminal de Bakú está bajo la administración de BP, que controla estrictamente la calidad del crudo. Resulta improbable que grandes volúmenes de petróleo contaminado se introduzcan sin ser detectados.
Esto abre la pregunta de fondo: ¿el régimen de Ilham Aliyev intenta “exponer una fuga rusa” o construye un relato para justificar problemas internos en la gestión de su industria petrolera?
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