El 21 de agosto, Ilham Aliyev anunció que el autor del texto del acuerdo de paz con Armenia era Azerbaiyán. Desde las redes sociales armenias, expertos e incluso ciertos círculos políticos inmediatamente le quitaron la bandera de las manos y argumentaron que si «el autor del acuerdo era Aliyev, entonces se trataba de otra capitulación».
Nadie intentó averiguar cómo era inicialmente el «texto de Aliyev», ni cuántos artículos y qué términos tenía el acuerdo firmado a nivel de ministros de Asuntos Exteriores. Nadie prestó atención al hecho de que, por primera vez desde el establecimiento del alto el fuego, el presidente azerbaiyano no utilizó la frase «corredor de Zangezur» al referirse a la comunicación con Najichevan.
Aliyev tiene la ardua tarea de convencer ahora a su propia opinión pública de que normalizará las relaciones con Armenia «como líder de un pueblo victorioso». Esto, por supuesto, no indica su sincera intención de lograr la paz, pero ¿Quién tiene tantas expectativas de Aliyev o quién asegura de que el acuerdo preliminar será ratificado y entrará en vigor?
Al fin y al cabo, hay que reconocer que la prueba de la paz es más difícil y compleja que la guerra, que Aliyev mantiene una pausa hasta que «las aguas del mundo se aclaren».
Hablando de manera incesante y con la misma obstinación sobre la ‘ocupación de territorios azerbaiyanos por parte de Armenia’, Aliyev insinúa solo una cosa: ‘Azerbaiyán tiene el mismo derecho sobre Armenia’. Y en el acuerdo rubricado, reconoció el territorio de su país dentro de las fronteras que tenía la República Socialista Soviética de Azerbaiyán. Esto es un fiasco de la «idea nacional azerbaiyana», que devuelve a Aliyev a las realidades soviéticas. Esto supone una limitación legal de las ambiciones regionales e incluso geopolíticas de Azerbaiyán.

La firma, ratificación y entrada en vigor del acuerdo armenio-azerbaiyano tendrá un impacto muy significativo en las relaciones turco-azerbaiyanas, iraní-azerbaiyanas, georgianas-azerbaiyanas, así como a las relaciones entre Azerbaiyán y los países de Asia Central, pero sobre todo a las relaciones ruso-azerbaiyanas.
Es difícil imaginar que Ilham Aliyev haya renunciado voluntariamente al proyecto de ‘Azerbaiyán Occidental’ y se haya restringido a la identidad de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán. Pero si él dice que es de su autoría, solo nos queda ‘felicitarlo’. Porque si el acuerdo es ‘de capitulación’, también lo es para Azerbaiyán.
Comments