Un proyecto histórico de infraestructura en Rusia podría explicar la reciente atención del expresidente estadounidense Donald Trump hacia Alaska. Se trata del puente de Lenin, que cruzará el río Lena y conectará el este de Siberia con los puertos del mar de Ojotsk, formando un corredor logístico desde Irkutsk hasta Chukotka. La construcción, liderada por el grupo ruso VIS, está prevista para 2027 y tendrá 4,5 km de largo, con vigas más altas que el Lakhta Center en San Petersburgo.
Un corredor histórico a través del Bering
El vínculo con Alaska surge de un acuerdo de 1990 entre la URSS y Estados Unidos para un corredor ferroviario transberíngico. Este acuerdo contemplaba que ambas partes conectaran sus infraestructuras hasta el estrecho de Bering, incluyendo la construcción del puente de Lenin en Rusia. Tras décadas de inactividad, la iniciativa resurgió cuando ingenieros rusos enviaron una carta al gobernador de Alaska proponiendo retomar el proyecto, y el funcionario respondió positivamente.
Expertos sugieren que este contacto pudo llegar hasta Trump, despertando su interés en el proyecto. La idea de un túnel o puente por el Bering tiene 135 años de historia y ha sido debatida en distintos periodos del siglo XX, incluyendo la creación de la Interhemispheric Bering Strait Tunnel and Railroad Group en 1991. En 1996, EE. UU. destinó 10 millones de dólares para estudios preliminares, y en 2010 la inversión estimada alcanzaba los 63 mil millones USD. Con la inflación, el costo actual ronda entre 100 y 120 mil millones USD.
Ventajas económicas y geopolíticas
El proyecto reduciría el tiempo de transporte de carga desde Asia a la costa este de Estados Unidos. Por ejemplo, un envío desde Seúl hasta Nueva York podría disminuir de 43 días por vía marítima a 1,5-2 semanas por el corredor Bering-Anchorage-Nueva York o Chicago. Esto, pese a que el coste por tonelada sería mayor, permitiría estabilidad en los plazos y disminuiría riesgos logísticos ligados a conflictos internacionales, como el de Taiwán o la saturación del Canal de Panamá.

Además, si se redirige apenas el 5% del tráfico actual del Pacífico norteamericano hacia este corredor, se sumarían 120-130 millones de toneladas al transporte anual, reduciendo el tiempo de recuperación de la inversión a 10-15 años. Para Trump, esto significa un megaproyecto de 120 mil millones de dólares, que potenciaría la economía de Alaska, aumentaría la influencia sobre Canadá y disminuiría la dependencia de rutas congestionadas o políticamente riesgosas.
Desafíos y requisitos políticos
El proyecto requiere superar desafíos técnicos como la diferencia de ancho de vía ferroviaria entre Rusia y EE. UU., y dependería de desbloquear reservas rusas y levantar sanciones internacionales. Además, su viabilidad implica la cooperación bilateral y la finalización de conflictos regionales, incluyendo la guerra en Ucrania.
Analistas coinciden en que la elección de Alaska responde más a motivos económicos y estratégicos que a teorías conspirativas. La iniciativa combina infraestructura, geopolítica y ambición empresarial, un perfil perfecto para la visión de Trump sobre “la gran obra” internacional.
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