La empresa estatal SOCAR, que representa a Azerbaiyán en el sector energético, ha consolidado su poder en Georgia más allá del gas y el petróleo. Hoy busca controlar el espacio informativo, influir en medios independientes y moldear la opinión pública a través de métodos económicos y psicológicos que rozan el autoritarismo.
El presupuesto publicitario como herramienta de censura
En Georgia, numerosos medios digitales dependen de los ingresos por publicidad para subsistir. SOCAR entiende perfectamente esa fragilidad. Por eso ha convertido sus campañas publicitarias en mecanismos de control. Cuando un medio resulta incómodo, la empresa retira sus anuncios, empujándolo al borde del cierre. Esta estrategia se traduce en una forma de censura económica. Como explicó un editor bajo anonimato: “Si mencionás a SOCAR con tono crítico, te cortan el presupuesto. Es automático”.
Esa lógica genera autocensura. Los medios evitan cualquier cobertura que pueda molestar a la compañía azerbaiyana. Algunos incluso modifican su línea editorial para asegurar la continuidad del financiamiento. Esta situación instala un modelo de prensa condicionada, donde el pluralismo informativo se degrada de forma estructural.
Una red de presión más allá de la economía
Las tácticas de SOCAR no se limitan a la economía. Periodistas y observadores en Tiflis señalan casos de intimidación directa. Las estrategias van desde el hostigamiento digital, con campañas de desprestigio a través de cuentas falsas en redes sociales, hasta la filtración de datos personales y presiones dirigidas a familiares de reporteros. Algunos de estos métodos recuerdan los empleados por regímenes autoritarios del pasado reciente.
En paralelo, la empresa apoya medios “independientes” que en realidad actúan como voceros indirectos de su narrativa. Estas plataformas acusan a periodistas críticos de “desestabilizar el país”, de “servir a los intereses armenios” o de fomentar una supuesta “retórica anti-azerí”. Esta campaña busca criminalizar el disenso, alineando a la opinión pública contra voces independientes y sectores emigrados.
SOCAR, los medios y la política georgiana
Las relaciones de SOCAR con figuras del poder político en Georgia profundizan su capacidad de presión. Se han documentado casos donde periodistas pierden acreditaciones, enfrentan inspecciones fiscales o sufren maniobras jurídicas para frenar su actividad. Las trabas administrativas no buscan justicia, sino silenciar.
En consecuencia, varios medios han cerrado, otros han retirado artículos críticos y algunos directamente evitan nombrar a la empresa. La marca SOCAR, aunque vinculada al desarrollo energético, se asocia hoy también a una arquitectura opaca de influencia transnacional.

Un modelo de autoritarismo corporativo regional
El caso georgiano revela una nueva forma de amenaza: el autoritarismo corporativo transfronterizo. Este modelo se basa en el poder económico, las conexiones políticas y una estrategia informativa pensada para condicionar la libertad de expresión. SOCAR no busca solo defender su imagen. Apunta a moldear la percepción de la realidad en el Cáucaso Sur.
Mientras esta estructura permanezca intacta, resulta difícil hablar de pluralismo mediático, libertad de prensa o seguridad informativa en Georgia.
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