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Rusia reconoce al Emirato Talibán en medio del avance de la solidaridad islámica promovida por Turquía

El “majlis” de Karabaj: Turquía lidera un nuevo eje en Eurasia

Rusia reconoce oficialmente al Emirato Islámico de Afganistán del talibán . La cumbre en Stepanakert revela el concierto islámico en la región

La bandera blanca con inscripciones coránicas del Emirato Islámico de Afganistán flamea ya en Moscú, en el edificio diplomático afgano, marcando un hecho que ha estremecido el equilibrio regional: Rusia es el primer país del mundo en reconocer oficialmente al gobierno talibán desde su retorno al poder en 2021.

La participación del mulá Abdul Ghani Baradar en Stepanakert revela el nuevo eje geopolítico que Moscú ya no puede ignorar

El momento elegido no es casual. Mientras en la ocupada ciudad de Stepanakert, en Karabaj, se desarrolla una cumbre de la Organización de Cooperación Económica (ECO) con participación de actores clave del mundo turco-islámico, incluido el viceprimer ministro talibán mulá Abdul Ghani Baradar, Moscú ha decidido movilizar ficha. ¿Se trata de una apuesta estratégica o de una reacción defensiva ante la consolidación del proyecto panturco-islamista?

El “majlis” de Karabaj: Turquía lidera un nuevo eje en Eurasia

La presencia de Baradar en Karabaj fue confirmada por la página oficial de la Unión Turan, una plataforma ideológica que promueve la unión del mundo túrquico-islámico. El hecho de que el presidente de Uzbekistán, Shavkat Mirziyoyev, se haya reunido con él en Stepanakert y que los temas abordados incluyeran ferrocarriles, comercio y acceso al mar vía Pakistán, revela la profundidad del proceso de normalización entre Asia Central y los talibanes.

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Rusia reconoce oficialmente al Emirato Islámico de Afganistán del talibán . La cumbre en Stepanakert revela el concierto islámico en la región

Uzbekistán, país vecino de Afganistán, ha sido el primero en restablecer relaciones económicas abiertas con Kabul, después de haber organizado reuniones en Termez en las que también participaron altos funcionarios de Azerbaiyán. Este último país, que nunca cerró su embajada en Kabul, ha establecido relaciones diplomáticas funcionales con el Emirato Islámico desde el año pasado.

Todo esto se enmarca en el proyecto de Turquía por consolidar un bloque islámico-protúrquico que abarca desde Ankara a Islamabad, pasando por Bakú, Taskent, Ashgabat y Kabul. El presidente Recep Tayyip Erdoğan ha logrado incluso invitar a Stepanakert al líder del norte de Chipre, Ersin Tatar, otro Estado no reconocido, revelando una arquitectura paralela a la de Occidente, centrada en la solidaridad islámica y la geopolítica de las infraestructuras.

¿Qué busca Rusia al reconocer al gobierno talibán?

La decisión del Kremlin fue formalizada el 4 de julio, con la aceptación de credenciales diplomáticas del embajador afgano en Moscú, y días después de que la Corte Suprema rusa excluyera oficialmente al movimiento talibán de su lista de organizaciones terroristas. En términos simbólicos y diplomáticos, se trata de un paso sin precedentes.

Aunque Rusia ha mantenido un canal de diálogo con los talibanes desde 2021, el momento del reconocimiento apunta a algo más: un gesto calculado ante la creciente influencia turco-islamista en el Cáucaso y Asia Central.

En pleno enfriamiento de sus relaciones con Azerbaiyán —país que lidera, junto a Turquía, este nuevo concierto regional que ahora incluso instrumentaliza Stepanakert como plataforma diplomática—, el Kremlin parece haber comprendido que aislar a Afganistán ya no es viable, y que para mantener presencia regional debe sumarse, o al menos competir, en ese mismo terreno de influencia.

La geopolítica del islam político llega a Karabaj

Que el mulá Baradar haya sido recibido en Stepanakert como un jefe de Estado, y que se proyecte una posible reunión con el presidente turco Recep Tayyip Erdoğan y el primer ministro pakistaní Shehbaz Sharif, simboliza el avance de la islamización política en los foros económicos de Eurasia. Pero también la normalización del Emirato Islámico como actor legítimo entre países postsoviéticos.

Así, lo que comenzó como un aislamiento internacional del régimen talibán, parece haber quedado relegado ante intereses energéticos, comerciales y geoestratégicos. El “Concierto de Karabaj”, como ya lo llaman algunos analistas, une a nacionalismos túrquicos, islam político y pragmatismo autoritario, en una sinfonía que ya tiene audiencia en Moscú.

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