Los conflictos entre Rusia y Azerbaiyán se intensifican mientras figuras clave de la élite azerbaiyana buscan refugio político en medio de procesos judiciales y acusaciones mutuas. La Fiscalía General de Rusia emitió una orden internacional de búsqueda contra Shahin Shikhlinsky, influyente líder de la diáspora azerbaiyana en Ekaterimburgo. Según medios rusos en Telegram, Shikhlinsky escapó a Moscú desde una ciudad siberiana y se refugió en la embajada de Azerbaiyán, donde además es propietario de un hotel de lujo.
Mientras tanto, Araz Agalarov, uno de los multimillonarios más visibles de origen azerbaiyano en Rusia, partió a Bakú en circunstancias sospechosas. Su hijo, el cantante Emin Agalarov, publicó en Instagram imágenes de su padre en la exclusiva zona de Sea Breeze, en el mar Caspio, sin explicar los motivos del viaje. El diario opositor azerbaiyano Azadlıq recordó que en Moscú ya circulaban rumores sobre una posible causa penal contra el empresario por evasión fiscal y deudas inmobiliarias.
Varios medios locales aseguran que Ilham Aliyev habría ofrecido ciudadanía azerbaiyana a Agalarov para evitar una eventual extradición. La huida del empresario se produjo apenas un día antes de los ataques contra azerbaiyanos en Ekaterimburgo, lo que alimenta especulaciones sobre una ruptura en las relaciones bilaterales.
De socios estratégicos a rivales encubiertos
La grieta diplomática tomó un giro más delicado cuando la vocera del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia, Maria Zakharova, denunció públicamente que “los servicios especiales de Ucrania están reclutando desertores rusos para ejecutar atentados contra representaciones azerbaiyanas”. Según su declaración, Ucrania estaría aprovechando los desacuerdos entre Moscú y Bakú para expandir sus operaciones de inteligencia.

La respuesta del Ministerio de Asuntos Exteriores de Ucrania en Bakú no se hizo esperar. “El Servicio de Seguridad de Ucrania jamás ha organizado actos terroristas. A diferencia de sus homólogos rusos, se dedica a proteger a los ciudadanos ucranianos de ataques rusos”, sostuvo la delegación encabezada por el embajador Vladislav Gusev.
Las declaraciones de Zakharova parecen confirmar lo que hasta ahora era un secreto a voces: los servicios secretos de Rusia y Azerbaiyán ya no cooperan activamente. En 2023, ambos países firmaron un acuerdo de coordinación sobre seguridad informática, intercambio de datos y operaciones conjuntas. Sin embargo, desde la consulta de seguridad regional en Bakú, liderada por Sergey Naryshkin, director del Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia, no hubo más señales de colaboración.
La ruptura representa un cambio profundo en el equilibrio del Cáucaso Sur, donde Azerbaiyán intenta ganar autonomía geopolítica mientras Rusia enfrenta aislamiento internacional por la guerra en Ucrania. La revelación de Zakharova, lejos de ser una mera acusación contra Kiev, revela que Moscú ya no confía en Bakú como socio estratégico.
¿Un nuevo realineamiento regional?
La salida de oligarcas azerbaiyanos de Rusia, el silencio de Aliyev y la tensión diplomática reflejan que las relaciones entre Rusia y Azerbaiyán entraron en una fase de confrontación indirecta. Este escenario complica aún más la estabilidad regional y abre la puerta a nuevos actores como Irán, Turquía y China, que buscan influir en el Cáucaso ante la pérdida de hegemonía rusa.
La pregunta ahora es si este conflicto se mantendrá en el terreno diplomático o escalará hacia escenarios más imprevisibles.
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