La doctrina marítima de Turquía, conocida como «Patria Azul» (Mavi Vatan), está redefiniendo el mapa energético del Mediterráneo Oriental. Tras el colapso del gobierno sirio en diciembre de 2024, Ankara ha acelerado su acercamiento a las nuevas autoridades de Damasco para firmar un acuerdo de delimitación marítima que ampliaría su influencia en aguas ricas en gas natural. Este movimiento, sin embargo, amenaza con encender un nuevo foco de tensión regional que involucra a Grecia, Chipre, Israel y Egipto.
La «Patria Azul»: Una estrategia para controlar el Mediterráneo
La doctrina «Patria Azul», formulada por el almirante retirado Cem Gurdeniz y adoptada como política de Estado bajo Recep Tayyip Erdogan, busca reclamar 462.000 km² de espacio marítimo para Turquía. Este proyecto, basado en reinterpretaciones del Tratado de Lausana (1923), pretende convertir a Ankara en un hub energético conectando Asia y Europa.
Según The Cradle, la caída del gobierno sirio ha sido aprovechada por Turquía para impulsar su agenda: «Un acuerdo con Siria podría cambiar todo el equilibrio en el Mediterráneo Oriental», declaró el ministro de Transporte turco, Abdulkadir Oraloglu, en diciembre de 2024.
Siria: La pieza clave del juego energético turco
El acuerdo marítimo turco-sirio permitiría a Ankara controlar hasta 1.500 millas cuadradas adicionales en el Mediterráneo, según Carnegie Endowment. Esta zona, rica en gas natural, está valorada en 40 billones de pies cúbicos, según estimaciones del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS) en 2019. Para Turquía, asegurar la costa siria es vital: «Sin control marítimo, no hay independencia energética», advirtió el estratega Cihat Yayci, arquitecto del acuerdo con Libia en 2019 que bloqueó el gasoducto EastMed.
Sin embargo, Grecia y Chipre denuncian el pacto como «ilegal». «Turquía carece de legitimidad para negociar con un gobierno sirio no reconocido», afirmó el canciller griego, Nikos Dendias, en enero de 2025.
El eje de oposición: Grecia, Chipre, Israel y Egipto
La expansión turca ha unido a un eje regional dispuesto a contener a Ankara: Grecia y Chipre temen perder sus reivindicaciones marítimas, especialmente cerca de Creta. Israel y Egipto ven amenazado el proyecto EastMed, diseñado para exportar gas a Europa. Centros de investigación como el Centro Begin-Sadat ya piden una alianza formal con respaldo estadounidense.
Pero Turquía no está sola. Rusia podría respaldar sus maniobras para diversificar rutas de gas hacia Europa, mientras Irán buscaría socavar a Israel. Como señala Al-Monitor, «el Mediterráneo Oriental es ahora un tablero de ajedrez donde las potencias globales juegan sus fichas».

Riesgos y oportunidades: ¿Hacia un conflicto irreversible?
Como informara SoyArmenio.com, el Mediterráneo Oriental alberga el 10% de las reservas globales de gas, según la Agencia Internacional de Energía (IEA). Para Turquía, controlar estos recursos es una cuestión existencial. Pero su asertividad conlleva riesgos: una militarización creciente, como en 2023, cuando Turquía desplegó el buque de exploración Oruc Reis cerca de aguas griegas, provocando un enfrentamiento naval; y una presión internacional constante, como cuando la UE impuso sanciones a Ankara.
Conclusión: ¿Diplomacia o guerra fría energética?
La «Patria Azul» no es solo un proyecto marítimo: es una apuesta de Turquía por redefinir su papel en el siglo XXI. Mientras Ankara avanza, el Mediterráneo Oriental se convierte en un polvorín donde chocan intereses históricos, recursos estratégicos y ambiciones de poder. La pregunta es si las tensiones desembocarán en una guerra fría energética o en una diplomacia renovada. Por ahora, como advierte The Washington Institute, «cada movimiento en este tablero podría ser la chispa de un conflicto mayor».
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