La escalada del conflicto diplomático entre Rusia y Azerbaiyán comienza a generar graves consecuencias económicas para el sector turístico. Según datos proporcionados por agencias de viajes, las ventas de paquetes turísticos rusos hacia Azerbaiyán provocan una caída de hasta 40 % en los últimos días, tras una serie de detenciones de ciudadanos rusos en territorio azerí.
“Comenzaron los arrestos. Naturalmente, el flujo turístico reaccionó. Las ventas cayeron ayer entre un 30 y un 40 %”, afirmó Aleksan Mkrtchyan, vicepresidente de la Alianza de Agencias Turísticas de Rusia, en declaraciones citadas por el Canal 5 ruso.
En 2024, Rusia fue el principal mercado emisor de turistas hacia Azerbaiyán, con casi 700.000 viajeros —una cuarta parte del total de llegadas internacionales—. La actual crisis pone en riesgo esa cifra y, con ella, una importante fuente de ingresos para la economía azerí, especialmente en Bakú y las zonas balnearias del mar Caspio.
Detenciones y represalias: el detonante de la crisis
El deterioro de las relaciones entre Moscú y Bakú se aceleró la semana pasada cuando 13 ciudadanos rusos fueron enviados a prisión preventiva en Azerbaiyán, acusados de diversos delitos, en lo que Moscú calificó como acciones “rusofóbicas”. En respuesta, el Kremlin inició una campaña de represalias selectivas, entre ellas la retirada de ciudadanía al líder de la diáspora azerbaiyana en la región de Moscú, Elshan Ibragimov, y al conocido criminal Vagif Bakinsky, así como el arresto de otro ciudadano azerí en Orenburg.

La situación ha encendido las alarmas en ambos países. La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Maria Zajárova, emitió una advertencia a los ciudadanos:
“Si nuestros ciudadanos están en Azerbaiyán, o planean un viaje, deben tener muy en cuenta la situación actual”.
De aliados estratégicos a rivales diplomáticos
El conflicto representa una profunda fractura en lo que hasta hace poco era una alianza estratégica. Moscú ha reclamado a Bakú que “vuelva al nivel de relación de aliados estratégicos”, pero la situación se ha agravado tras el acercamiento de Azerbaiyán a la OTAN, el fortalecimiento del eje Ankara-Bakú, y la retórica crítica de Ilham Aliyev hacia la influencia rusa en el Cáucaso.
El turismo, que siempre ha sido un canal informal de cooperación bilateral, se ha convertido ahora en una víctima directa del conflicto geopolítico. La caída del 40 % en las reservas, en pleno verano, sugiere que la recuperación será lenta y frágil, a menos que ambos gobiernos detengan la espiral de represalias cruzadas.
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