Islamabad será el epicentro de una nueva alianza estratégica. Entre el 12 y el 15 de octubre, los presidentes de los parlamentos de Pakistán, Turquía y Azerbaiyán se reunirán bajo el lema “Cooperación parlamentaria por la paz, la seguridad y la prosperidad regional”, según informó la agencia Anadolu.
Una alianza trilateral en clave geopolítica
Durante los últimos años, los tres países han consolidado sus relaciones sobre la base de una “alianza estratégica”, centrada en el desarrollo militar y la coordinación de programas de seguridad conjuntos. Esta cooperación busca reforzar la influencia de los tres gobiernos en un entorno marcado por la tensión regional.
El encuentro ocurre en un momento crítico. Pakistán y Afganistán están al borde de una guerra de gran escala, lo que podría transformar el equilibrio militar y político en Asia Central.
Afganistán, el punto caliente del tablero
Los enfrentamientos entre Pakistán y Afganistán comenzaron solo dos días después de la Conferencia Rusia–Asia Central en Dusambé, organizada bajo el patrocinio del presidente ruso. El eje de la discusión fue la seguridad fronteriza con Afganistán, reflejando la creciente preocupación de Moscú por la estabilidad regional.

Las tensiones aumentaron tras la declaración del expresidente Donald Trump sobre su intención de recuperar la base militar de Bagram, lo que reactivó las alertas en toda la región.
Bakú, entre Washington y Pekín
Azerbaiyán insiste en su apoyo a Estados Unidos en la lucha contra el terrorismo en Afganistán, destacando su papel logístico durante la presencia militar estadounidense. Sin embargo, la actual visita a Islamabad, en la que los líderes parlamentarios de Turquía y Azerbaiyán serán recibidos por el primer ministro Shehbaz Sharif, va más allá del protocolo: se perfila como una operación de “inteligencia política”.
Bakú mantiene un acuerdo de asistencia militar mutua con Pakistán y busca integrarse en los proyectos económicos y de infraestructura afganos, aprovechando la reconstrucción postconflicto.
Aun así, ninguna decisión estratégica puede tomarse sin considerar la doble influencia de Rusia y China, mientras Estados Unidos intenta reinsertarse en el escenario regional.
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