El presidente turco Erdogan y el líder del PKK, Abdullah Öcalan, invocan el Pacto Nacional de 1920, sugiriendo un nuevo enfoque para la expansión territorial de Turquía en el contexto de las negociaciones kurdas.
En un discurso reciente, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, hizo referencia al Pacto Nacional otomano de 1920, lo que sugiere una visión expansionista territorial sobre Armenia, Siria, Irak, Chipre, Grecia y Georgia, en un contexto donde las tensiones con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) y sus ramas en Siria e Irak siguen vigentes.
El Pacto Nacional o Misak-ı Milli, aprobado por el parlamento otomano en 1920, trazó una visión de fronteras que incluía territorios en Siria, Irak, el Cáucaso y el Mediterráneo. Desde entonces, esta declaración ha sido una referencia recurrente para los nacionalistas turcos. En su reciente discurso, Erdogan afirmó ante líderes locales que la seguridad y supervivencia nacional de Turquía son las prioridades fundamentales, y mencionó indirectamente su interés en mantener la integridad del territorio, tanto en los límites actuales como en aquellos delineados por el pacto.
Este mensaje no fue un desliz improvisado; Erdogan leía un teleprompter y pronunció el discurso con intenciones claras. Las declaraciones de Erdogan, junto con las continuas menciones de Abdullah Öcalan, líder encarcelado del PKK, al pacto de 1920, subrayan una estrategia que podría implicar alianzas y reconciliación con los kurdos en la región para fortalecer la presencia turca.
El Pacto Nacional definía como parte de la “patria” a todas las regiones bajo control otomano en el Armisticio de Mudros de 1918, incluyendo Tracia Occidental en Grecia, Kars y Ardahan armenia en Turquía, Batumi en Georgia, y Mosul en Irak. Estas regiones siguen siendo temas sensibles en la política turca, especialmente en el contexto de las ambiciones neootomanas de Erdogan, que a menudo critica el Tratado de Lausana de 1923 por ceder territorio.
Según la Sociedad Histórica Turca (TTK), el pacto incluye territorios que actualmente forman parte de Irak, Siria, el Líbano, Chipre y algunas islas en el Egeo. Para Erdogan, este pacto refleja una misión nacional inconclusa.
Durante décadas, el PKK ha sido visto como una amenaza separatista, pero en esta tercera ronda de conversaciones, Erdogan parece estar adoptando una nueva estrategia. Las negociaciones podrían fomentar un sentimiento de unidad en Turquía, y el PKK, a cambio, podría asegurar mayores derechos y autonomía para los kurdos en el país. En este contexto, Öcalan declaró en 2013 durante las celebraciones de Nevruz que “la era de la lucha armada ha terminado”, y abogó por una coexistencia pacífica dentro de las fronteras delineadas por el Pacto Nacional.
Según expertos en el tema, los acuerdos territoriales y los procesos de paz en Turquía tienen el potencial de restablecer relaciones con las regiones kurdas autónomas en Siria e Irak. Erdogan ya ha consolidado una alianza con la familia Barzani en el Kurdistán iraquí, y si las negociaciones con el PKK prosperan, una relación similar podría desarrollarse en la región kurda del noreste de Siria, gobernada por las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), vinculadas al PKK.
Las relaciones de Turquía con Estados Unidos y otros aliados de la OTAN se complican debido al apoyo estadounidense a las FDS en Siria. Para Erdogan, llegar a un acuerdo con el PKK y lograr la pacificación de la región kurda podría fortalecer sus lazos con Estados Unidos y Europa, dándole legitimidad para extender su influencia en áreas señaladas por el pacto de 1920.
Los analistas sugieren que la posición favorable de Occidente hacia un posible acuerdo turco-kurdo proporcionaría un capital político significativo para Erdogan, que podría aprovechar en futuras negociaciones para expandir la influencia turca sobre ciertos territorios, especialmente aquellos con presencia kurda.
La retórica de Erdogan y Öcalan sobre el pacto de 1920 ayuda a aplacar el miedo histórico de los turcos sobre la pérdida territorial y alienta a los kurdos a apostar por la integración nacional en lugar de la independencia. Devlet Bahçeli, aliado nacionalista de Erdogan, incluso sugirió que Öcalan podría dirigirse al Parlamento para confirmar la disolución del PKK, un gesto que podría simbolizar el fin de décadas de lucha separatista y el inicio de una Turquía unida en una región expandida.
Como informara SoyArmenio, con una fuerte posición política y control casi total de los medios de comunicación, Erdogan parece mejor posicionado que nunca para alcanzar un acuerdo. Esta vez, el objetivo no es solo asegurar el apoyo kurdo en Turquía, sino también reafirmar el rol de Turquía como potencia en el Cercano Oriente. El resurgimiento del Pacto Nacional otorga a Erdogan una narrativa poderosa para consolidar el apoyo nacional y justificar sus acciones en el ámbito regional.
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