El gobierno de Irán refuerza sus fronteras orientales comenzado la construcción de muros y barreras, en un esfuerzo por mejorar la seguridad y enfrentar los riesgos derivados del contrabando y la inmigración ilegal.
La iniciativa, liderada por el comandante de la policía fronteriza iraní, general de brigada Ahmad Ali Gudarzi, tiene como objetivo primordial asegurar las fronteras con Afganistán y Pakistán, consideradas zonas de alto riesgo para el tráfico de drogas y otras actividades ilegales.
Las razones detrás de la construcción de las barreras
El general Gudarzi explicó que la construcción de las barreras en las provincias de Sistán y Baluchistán y Jorasán-Rezavi es una prioridad debido a que estas áreas representan aproximadamente el 80% del tráfico ilegal de drogas hacia Irán. «El proyecto tiene como objetivo prevenir el contrabando de combustible, bienes y, en particular, drogas, además de controlar la inmigración ilegal», afirmó Gudarzi, añadiendo que la seguridad fronteriza es de máxima importancia para las autoridades iraníes.
Además de las barreras en las fronteras orientales, el gobierno iraní planea extender las medidas de seguridad a las fronteras occidentales, reforzando las provincias de Ilam, Kurdistán y Azerbaiyán Occidental. Este esfuerzo responde tanto a amenazas de contrabando como a desafíos de seguridad vinculados a las tensiones en esas regiones.
Una inversión millonaria en la seguridad fronteriza
Para llevar a cabo este ambicioso proyecto, Irán ha destinado un total de 3 mil millones de dólares. Según las autoridades, la financiación para las barreras fronterizas ya está asegurada, y el siguiente reto es asegurar el equipamiento necesario para completar la construcción en tiempo y forma. La inversión está destinada no solo a la edificación de muros físicos, sino también a la modernización de la infraestructura existente, con la finalidad de contrarrestar los riesgos asociados al tráfico ilegal y mejorar la vigilancia en las áreas más vulnerables.

Contexto y situación actual
La frontera de Irán con Afganistán y Pakistán ha sido históricamente un punto caliente para el contrabando de drogas, debido a que Afganistán es uno de los principales productores de opio en el mundo. El tránsito de drogas hacia Irán no solo tiene un impacto directo en la seguridad del país, sino que también afecta gravemente a la salud pública y a la economía iraní, ya que el contrabando de bienes genera importantes pérdidas fiscales.
Con la inestabilidad en Afganistán y la crisis migratoria en curso, la construcción de estas barreras también pretende frenar el flujo de migración ilegal que cruza hacia Irán. El país ha sido una de las principales naciones receptoras de migrantes afganos que huyen de la violencia y la pobreza, lo que ha creado presión adicional sobre los recursos iraníes.
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