Las mujeres iraníes ya no serán castigadas por salir a la calle sin cubrirse el cabello. La decisión, anunciada por las autoridades de la República Islámica, marca un giro histórico en el país y ha generado reacciones encontradas entre reformistas, conservadores y la comunidad internacional.
Un cambio histórico en la República Islámica
El anuncio fue realizado por Mohammad Reza Bahonar, miembro del Consejo de Interés del Régimen, quien afirmó que “el uso del hiyab ya no es obligatorio. Si alguien intenta multarlas, pueden denunciarlo”.
El propio presidente reformista Masoud Pezeshkian, en declaraciones a NBC News, respaldó la decisión: “Las personas deben tener derecho a elegir”. Durante su campaña de 2024 ya había prometido detener las persecuciones contra las mujeres por incumplir el código islámico de vestimenta.
La medida supone el veto presidencial a una ley que mantenía el uso obligatorio del hiyab. Para muchos, se trata de un gesto político que busca reducir las tensiones internas y evitar nuevas olas de protestas como las de 2022, tras la muerte de Mahsa Amini.

Celebraciones y memoria de Mahsa Amini
Millones de iraníes compartieron en redes sociales videos de mujeres caminando por las calles de Teherán sin velo, luciendo ropa occidental, sonriendo, bailando y tomándose fotos.
Las imágenes, grabadas en pleno corazón de la República Islámica de Irán, simbolizan una libertad largamente esperada.
El recuerdo de Mahsa Amini, la joven kurda detenida y golpeada por la Policía de la Moral en 2022 por “usar mal el velo”, sigue presente. Su muerte desató un movimiento masivo bajo el lema “Mujer, vida, libertad”, que se extendió por todo el país y provocó una brutal represión: decenas de manifestantes murieron, miles fueron arrestados y algunos ejecutados.
“Hoy sentimos que Mahsa no murió en vano”, dijo en X (Twitter) una activista iraní desde Shiraz, compartiendo un video donde mujeres queman sus viejos pañuelos en señal de victoria.
Reacciones divididas dentro del poder
Los sectores conservadores calificaron la medida como una “rendición ante Occidente”.
Diputados ultraconservadores iniciaron una ofensiva política contra el gobierno de Pezeshkian, denunciando una “traición a los valores de la revolución islámica”.
Sin embargo, analistas en Teherán creen que el cambio no implica una ruptura ideológica, sino una estrategia de supervivencia política.
“El gobierno necesita estabilidad interna después de la guerra de 12 días con Israel”, explica el analista político Reza Ghobadi.
“La élite iraní entendió que la represión social alimenta el descontento y puede transformarse en una amenaza directa para la seguridad nacional.”
Una concesión estratégica, no un cambio estructural
Expertos en derechos humanos advierten que esta apertura podría ser temporal.
“El régimen usa el alivio de las restricciones como válvula de escape —advierte la abogada iraní exiliada Shirin Mansouri—. Cuando disminuya la presión, podrían volver a imponer el hiyab obligatorio.”
Aun así, el gesto marca un precedente: por primera vez en cuatro décadas, el Estado iraní reconoce el derecho de las mujeres a decidir cómo vestirse.
“La sociedad ha cambiado para siempre”, escribió la periodista y activista Nasrin Sotoudeh en Telegram. “Incluso si vuelven a prohibirlo, ya no podrán obligarnos a obedecer.”
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