El gobierno de Estados Unidos abandona la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), acusando a la agencia de mantener un “continuo sesgo antiisraelí”. Esta decisión marca la segunda vez que Washington se retira del organismo desde 2011, cuando la UNESCO admitió a Palestina como Estado miembro de pleno derecho.
“La participación continua en la UNESCO no responde al interés nacional de Estados Unidos”, declaró Heather Nauert, portavoz del Departamento de Estado, en un comunicado. Nauert aseguró que la decisión “no se tomó a la ligera” y que EE.UU. mantendrá su presencia como observador no miembro, con el fin de seguir aportando “puntos de vista, perspectivas y experiencia estadounidenses”.
Un conflicto recurrente: Palestina, Israel y el rol de la UNESCO
El trasfondo del conflicto no es nuevo. En 2011, bajo la presidencia de Barack Obama, la UNESCO votó a favor de otorgar a Palestina el estatus de Estado miembro. Como respuesta, Estados Unidos congeló de inmediato su financiación al organismo, en cumplimiento con las leyes estadounidenses (la Ley de Autorización de Relaciones Exteriores de 1990 y la Ley de Asignaciones de 1994), que prohíben la entrega de fondos a cualquier entidad de la ONU que reconozca a Palestina como Estado soberano.
Desde entonces, Washington ha denunciado repetidamente resoluciones de la UNESCO que, a su juicio, presentan una postura contraria a los intereses de Israel, incluyendo decisiones sobre Jerusalén Este ocupado y la inscripción de la Ciudad Vieja de Hebrón y la Mezquita de Ibrahim como patrimonio palestino de la humanidad.

El expresidente Donald Trump formalizó la primera salida de la organización en 2017, que se hizo efectiva en 2018. Joe Biden revocó esa decisión y readmitió a Estados Unidos en 2023, en un intento por reconstruir la imagen multilateral de Washington.
Un patrón de presión política mediante recortes
La actual salida se enmarca en una estrategia de larga data, en la que Estados Unidos recurre a recortes financieros como herramienta de presión política. Al igual que ocurrió con la UNRWA (Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos) y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, los fondos han sido utilizados como instrumento para condicionar decisiones políticas relacionadas con el conflicto palestino-israelí.
“Las razones detrás de esta decisión vuelven a ser las disputas políticas en torno a Israel y Palestina”, señala un documento oficial del Departamento de Estado. En efecto, los gobiernos republicanos han reiteradamente utilizado estos organismos como blanco de acusaciones de parcialidad estructural contra Israel.
Consecuencias diplomáticas y simbólicas
Aunque la UNESCO no tiene un impacto directo en decisiones militares o de seguridad, su peso simbólico y cultural es considerable. La agencia, encargada de promover la cooperación internacional en educación, ciencia, cultura y comunicación, ha jugado un papel importante en el reconocimiento del patrimonio palestino y en la preservación de sitios históricos en territorios ocupados.
La salida estadounidense podría debilitar los esfuerzos de la UNESCO en varias regiones, dado que Estados Unidos es uno de sus principales contribuyentes financieros y políticos. Por otro lado, el paso también podría tensar aún más las relaciones entre Washington y sus socios europeos, que han defendido el papel de la UNESCO como plataforma imparcial de diálogo y patrimonio compartido.
Reacciones mixtas en la comunidad internacional
Israel ha celebrado la medida como un acto de coherencia diplomática, mientras que Palestina y varios países de la Unión Europea han expresado su decepción, advirtiendo que la retirada socava los principios fundamentales del multilateralismo.
Por ahora, Estados Unidos permanecerá como observador, lo que significa que podrá asistir a reuniones y expresar opiniones, pero sin derecho a voto.
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