La madrugada del jueves 27 de junio, una unidad de la policía antidisturbios rusa (FSB) irrumpió en una vivienda en la ciudad de Ekaterimburgo, donde residían los hermanos Ziyaddin y Huseyn Safarov, ambos ciudadanos de origen azerbaiyano. Ambos murieron durante el operativo, lo que ha desatado una ola de protestas diplomáticas por parte del gobierno de Azerbaiyán, que acusa a Rusia de uso excesivo de la fuerza y abuso étnico.
«Entraron en la casa sin previo aviso y sin explicación. Todos los que estaban adentro fueron arrestados. Dos de mis hermanos fueron golpeados hasta la muerte«, declaró Seyfeddin Huseynli, familiar de los fallecidos, al medio APA. Su testimonio coincide con múltiples reportes sobre detenciones masivas de azerbaiyanos en la región de Sverdlovsk en el marco de un caso penal sin resolver desde 2001.
Según la información oficial, los arrestos fueron parte de un operativo conjunto entre el Comité de Investigación de Rusia (ICR) y el Ministerio del Interior, con apoyo de la FSB, destinado a esclarecer un antiguo caso de homicidio ocurrido hace más de dos décadas. «Se detuvo a los sospechosos y se llevaron a cabo registros. Las acciones de investigación están en curso», indicó un portavoz del ICR. No se revelaron más detalles sobre la supuesta implicación de las víctimas fatales en el crimen original.
Bakú denuncia una “violencia inaceptable” y exige rendición de cuentas
La respuesta oficial de Azerbaiyán fue inmediata y contundente. En un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores, Bakú expresó su «profunda preocupación en relación con las redadas de la FSB en la casa de ciudadanos azerbaiyanos», que terminaron con la muerte de dos compatriotas, heridas graves en otros y nueve personas detenidas.
«Esperamos del lado ruso una investigación inmediata de este caso y, en el menor tiempo posible, llevar a los perpetradores de este acto inaceptable de violencia ante la justicia«, exigió la cancillería de Azerbaiyán. También se pidió acceso consular inmediato para verificar la situación de los detenidos.
Este no es un hecho aislado. Según fuentes locales, decenas de ciudadanos azerbaiyanos fueron detenidos o interrogados en los últimos días en Ekaterimburgo, en una operación que combina tareas de contrainteligencia, criminalística y control migratorio. Testigos aseguran que muchos llegaron voluntariamente tras ser citados, pero otros intentaron escapar o habrían sido arrestados con uso de fuerza desproporcionada.

Discriminación étnica, diáspora y crimen organizado: las múltiples capas del caso
El caso abre varios interrogantes sobre el estado de las relaciones interétnicas en Rusia. Representantes de la comunidad azerbaiyana en los Urales denuncian discriminación sistemática y violencia policial dirigida a minorías.
“Tenemos serios problemas con la integración de la diáspora azerbaiyana en esta región. Durante años se ha tolerado la existencia de redes criminales, pero ahora, en vez de investigar con responsabilidad, se criminaliza a toda una comunidad”, afirmó un activista local que pidió mantener el anonimato por razones de seguridad.
El jefe de la ONG Azerbaiyán-Ural, Shahin Shikhlinski, aseguró no tener información precisa sobre las detenciones, pero advirtió sobre un posible «efecto boomerang» diplomático: “Estos incidentes no sólo dañan la confianza bilateral, sino que también debilitan la posición de Rusia en el Cáucaso, donde Bakú ya ha demostrado que no tolerará este tipo de atropellos”.
Contexto geopolítico: de la cooperación a la fricción
La crisis se produce en un momento especialmente sensible. Aunque Rusia y Azerbaiyán mantienen lazos estratégicos en el ámbito energético y militar, las relaciones políticas se han tensado tras la guerra en Ucrania y el giro gradual de Azerbaiyán hacia actores como Turquía e Israel.
Además, Bakú ha incrementado su retórica de autonomía regional, mientras que Moscú insiste en mantener su influencia sobre las diásporas exsoviéticas. El incidente de Ekaterimburgo podría ser interpretado por Azerbaiyán como una señal de que Rusia utiliza viejos casos penales para ejercer control coercitivo sobre comunidades extranjeras, con alto costo político.
Conclusión: un caso penal que se convierte en crisis diplomática
Lo que comenzó como la reactivación de un caso de homicidio sin resolver, ha terminado escalando a una grave crisis diplomática entre Rusia y Azerbaiyán, con denuncias de tortura, ejecución extrajudicial y discriminación étnica. La comunidad internacional sigue sin pronunciarse, mientras familiares de los fallecidos reclaman justicia y los detenidos permanecen incomunicados.
Las autoridades rusas, por ahora, insisten en que “las acciones de investigación fueron legales y proporcionales”. Pero la presión internacional crece, y Bakú parece dispuesto a llevar el caso a instancias multilaterales si no recibe respuestas claras.
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