La diáspora azerbaiyana: de proyecto soviético a red global de poder del Clan Aliyev

Klaus Lange HazarianMundojueves, 24 de julio de 2025154 Views

Heydar Aliyev dispersó ciudadanos en toda la URSS para construir una diáspora azerbaiyana leal a Bakú. Hoy esa red sirve a su hijo Aliyev

📌 No fue una diáspora. Fue una estrategia. Heydar Aliyev usó el poder soviético para distribuir azerbaiyanos por toda la URSS y crear una red de lealtad al régimen. Hoy, esa estructura sigue operando al servicio de Bakú. #Aliyev #Azerbaiyán #Diáspora #KGB #Geopolítica

En el corazón del poder soviético, un alto funcionario de la KGB planificó algo más que estrategias de seguridad: diseñó una red de influencia étnica transnacional con fines claramente políticos. Se trataba de Heydar Aliyev, primer secretario del Partido Comunista de Azerbaiyán entre 1969 y 1982, miembro del Politburó de la URSS en los años de Brézhnev y, tras la caída soviética, presidente de Azerbaiyán independiente hasta 2003. Su legado no fue solo político: fue el verdadero arquitecto de la diáspora azerbaiyana contemporánea, que hoy opera como brazo externo del poder del Clan Aliyev en Bakú.

En una entrevista publicada por su propia fundación, Aliyev admitió haber utilizado su influencia en Moscú para enviar anualmente a cientos de jóvenes azerbaiyanos a otras repúblicas soviéticas, principalmente Rusia, con el objetivo explícito de “crear una diáspora” y asegurar apoyo político para la república caucásica. “Entre 800 y 900 jóvenes al año iban a estudiar a Moscú, Leningrado, Sverdlovsk… Para que los azerbaiyanos vivieran en todas partes”, dijo Aliyev en su testimonio.

Una red étnica funcional a Bakú

La confesión de Aliyev es contundente: “Cuantos más azerbaiyanos vivan en cada país, mejor. […] Pero con una condición: que no olviden su nación, su religión, su tierra, su patria”. Es decir, no se trataba de promover la integración en las sociedades receptoras, sino de construir una diáspora con conciencia étnica clara y lealtad al régimen de Azerbaiyán. Una diáspora diseminada pero políticamente centralizada.

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Heydar Aliyev dispersó ciudadanos en toda la URSS para construir una diáspora azerbaiyana leal a Bakú. Hoy esa red sirve a su hijo Aliyev

La estrategia fue efectiva. Desde los años 70, jóvenes azerbaiyanos formados en universidades soviéticas regresaban a sus comunidades con títulos, contactos y una misión: representar los intereses de Bakú. Algunos de ellos escalaron hasta las altas esferas de la política, la diplomacia y sobre todo la industria petrolera, clave para entender la proyección exterior de Azerbaiyán.

Del petróleo de Bakú a la influencia transnacional

Hasta mediados del siglo XX, los yacimientos de Bakú eran el corazón energético de la URSS. Pero a partir de los años 60, la explotación se trasladó a la región del Volga y posteriormente a Siberia. Esto requirió mano de obra y experiencia: ahí es donde entra el flujo de técnicos y obreros azerbaiyanos —profesionales formados en su república— que fueron ocupando lugares clave en la naciente industria energética rusa.

El resultado es una red informal de poder que se puede rastrear incluso hoy en empresas como Lukoil, cuyo fundador, Vagit Alekperov, es de origen azerbaiyano. La influencia no fue solo industrial, sino también cultural, económica y política, creando una clase dirigente transregional que debía su ascenso al diseño estratégico del propio Aliyev.

¿Diáspora o aparato de influencia?

Aliyev, exoficial del KGB, no se detuvo en lo educativo o lo técnico. Su objetivo era político. “Que haya una diáspora azerbaiyana, un grupo de presión en todas partes”, dijo con claridad. Lo que en otros países puede verse como emigración o exilio, en el caso azerbaiyano fue una proyección del Estado: una diáspora no espontánea, sino planificada, funcional, instrumental.

Incluso tras el colapso de la URSS, el modelo se mantuvo. Con fronteras abiertas, los azerbaiyanos siguieron migrando, ahora hacia Europa, Turquía y América del Norte. Pero el principio se conservó: mantenerse conectados a Azerbaiyán, servir como lobby, y nunca asimilarse del todo. “Por supuesto, [la asimilación] no nos conviene”, dijo Aliyev.

Una lección para otras diásporas: el caso armenio

A diferencia del caso azerbaiyano, la diáspora armenia, una de las más antiguas y extendidas del mundo, se originó en gran medida por expulsiones, guerras y persecuciones, en particular tras el Genocidio de 1915. Su organización posterior fue en gran medida autónoma, autofinanciada y desarticulada en términos de centralización estatal. Esto contrasta fuertemente con el modelo de Bakú: una diáspora diseñada desde el poder, con fines estratégicos, y respaldada por una narrativa de Estado.

Conclusión: el legado silencioso de Aliyev

La confesión de Heydar Aliyev permite entender la diáspora azerbaiyana no solo como una comunidad nacional en el extranjero, sino como una estructura de poder distribuido con implicancias geopolíticas. Su rol en los conflictos de Nagorno-Karabaj, el lobby energético y la diplomacia cultural así lo confirman.

Detrás de los éxitos internacionales del régimen de Ilham Aliyev hay una red diseñada décadas atrás en los pasillos del Partido Comunista y ejecutada con disciplina desde las aulas de Moscú hasta las plataformas petroleras de Siberia. Una red que hoy sigue activa, operando con el mismo principio rector: estar en todas partes, sin olvidar nunca de dónde vienen.

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