BP y Eni denuncian la presencia de cloruros orgánicos en el crudo del oleoducto Bakú-Tiflis-Ceyhan, mientras Azerbaiyán inicia suministro de gas a Siria
Azerbaiyán vuelve a estar en el centro de la atención internacional por cuestiones energéticas. Dos grandes empresas energéticas, BP y Eni, acusan a Azerbaiyán de suministrar petróleo contaminado con cloruros orgánicos a través del estratégico oleoducto Bakú-Tiflis-Ceyhan (BTC), mientras prepara el inicio del suministro de gas natural a Siria, un país aún bajo sanciones y con infraestructura energética devastada por la guerra.
El gigante británico British Petroleum, operador principal del oleoducto BTC, confirmó que ha detectado “posibles problemas de calidad relacionados con cloruros orgánicos en algunos lotes de petróleo crudo transportados desde Azerbaiyán”. Según BP, estas sustancias químicas, utilizadas para aumentar la producción, pueden dañar severamente las refinerías y los equipos industriales.
BP detalló que la empresa BTC Co., que gestiona el oleoducto y está liderada por BP, “está evaluando actualmente la calidad del petróleo crudo en todas las instalaciones a lo largo del oleoducto”. La infraestructura conecta los campos petrolíferos del mar Caspio con el puerto de Ceyhan, en Turquía, y es clave para las exportaciones de hidrocarburos del Cáucaso hacia Europa.

La empresa italiana Eni SpA también confirmó haber recibido crudo contaminado, según reportó Bloomberg. “Descubrimos el problema durante nuestras pruebas internas. Ahora, el petróleo que ya entra en nuestros sistemas será tratado adecuadamente, sin riesgo para el medio ambiente, la salud ni la seguridad”, afirmó un representante de la compañía.
La noticia ha generado inquietud entre los compradores internacionales de petróleo azerbaiyano, y reabre el debate sobre los estándares ambientales y de control de calidad que aplica Azerbaiyán a su producción energética.
Gas azerbaiyano llegará a Siria a través de Turquía desde agosto
En paralelo, SOCAR, la compañía estatal de petróleo de Azerbaiyán, anunció que comenzará a exportar gas natural a Siria el 1 de agosto, a través del gasoducto Kilis-Alepo, en cooperación con la empresa energética turca BOTAŞ. Las obras de conexión e infraestructura se completaron en ambos lados de la frontera y se firmó un memorando de entendimiento entre las partes la semana pasada.
En esta primera etapa, se suministrarán 1.200 millones de metros cúbicos de gas al año, destinados a la generación eléctrica en las centrales de Alepo y Homs, dos ciudades devastadas por la guerra civil siria. Esta iniciativa marca un giro notable en la política energética regional, al involucrar a un país sancionado y políticamente aislado como Siria, en acuerdos bilaterales con Azerbaiyán y Turquía.
Además del suministro, BOTAŞ y SOCAR planean proyectos conjuntos de exploración geológica de petróleo y gas, así como iniciativas petroquímicas en el noreste sirio, una región de alto interés geoestratégico por sus reservas de hidrocarburos y su inestabilidad política.
Controversia internacional y riesgos legales
Aunque el gasoducto no infringe directamente sanciones impuestas por la ONU o la UE, expertos en derecho internacional advierten que las transacciones energéticas con el régimen sirio pueden tener consecuencias legales, especialmente si se vinculan a financiación de estructuras represivas o violaciones de derechos humanos.
La combinación de escándalos por contaminación petrolera y cooperación energética con regímenes autoritarios amenaza con erosionar la imagen de Azerbaiyán como socio energético fiable para Europa. El país, gobernado desde hace décadas por la familia Aliyev, ha hecho de los hidrocarburos la base de su poder económico y geopolítico, pero su reputación enfrenta crecientes desafíos.
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