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Azerbaiyán encarcela a académicos y profundiza la represión intelectual

El caso de Bahruz Samadov expone el rostro autoritario del régimen de Aliyev

Investigador y activista por la paz Bahruz Samadov fue condenado a 15 años en Azerbaiyán por falsos cargos de traición.

El régimen de Ilham Aliyev en Azerbaiyán ya no solo reprime periodistas, también encarcela a investigadores por el simple hecho de ser citados por académicos armenios. El reciente encarcelamiento de Bahruz Samadov, doctorando y comentarista crítico del nacionalismo oficial, pone en evidencia el endurecimiento de la represión y la deriva totalitaria del régimen azerbaiyano.

Samadov fue condenado a 15 años de prisión tras participar en el segundo taller de la Iniciativa Académica Armenia-Azerbaiyana (ARAZ) en la Universidad de Manchester. Allí presentó una ponencia titulada «Ansiedad y hegemonía: El arte de la estatalidad en la Azerbaiyán en crisis (1991-1995)», donde analizaba cómo se instaló el régimen autocrático tras la caída de la URSS. En una entrevista realizada en prisión por la periodista Ulviyya Ali —ella misma encarcelada por el régimen—, Samadov reveló la razón oficial de su condena: “el problema es que los armenios citaban mis escritos”, le habrían dicho agentes del Servicio de Seguridad del Estado.

Criminalizar el pensamiento crítico

Bahruz Samadov representa una figura excepcional en el panorama intelectual azerbaiyano: un joven académico que no solo ha producido análisis originales sobre su país, sino que también ha demostrado una valentía política notable. Fue detenido ya en 2020 por manifestarse contra la guerra de Nagorno-Karabaj, cuando las fuerzas azerbaiyanas lanzaron una ofensiva militar sobre el enclave poblado mayoritariamente por armenios. A diferencia de muchos disidentes que regresaron a Bakú para alinearse con el discurso oficial tras la victoria militar, Samadov nunca dejó de denunciar la instrumentalización del nacionalismo y la violencia estatal como herramientas de dominación.

Su caso simboliza el nuevo rostro del autoritarismo: no solo se reprime la protesta callejera o el periodismo de denuncia, sino también el pensamiento crítico que contradice la narrativa oficial del Estado.

Azerbaiyán encarcela académicos
El régimen de Aliyev en Azerbaiyán encarcela por 15 años al joven investigador Bahruz Samadov por ser citado por académicos armenios

El costo de ser citado por armenios

En la entrevista carcelaria con Ulviyya Ali —quien fuera corresponsal de Voice of America—, Samadov explicó que sus declaraciones en el evento de Manchester fueron interpretadas por las autoridades como una amenaza directa. Lo que incomodó al régimen no fue solo su ponencia, sino el hecho de que académicos armenios citaran sus artículos, lo cual evidenciaría, según los servicios de inteligencia, una “colaboración con el enemigo”.

Es difícil imaginar un escenario más orwelliano: un joven investigador es torturado y encarcelado porque su trabajo académico fue leído más allá de la frontera. El objetivo del régimen, en este caso, no es castigar un acto puntual, sino destruir cualquier posibilidad de construir un discurso alternativo al nacionalismo de Estado.

Cárcel para periodistas, tortura para disidentes, muerte para presos políticos

El caso de Samadov no es aislado. Desde la limpieza étnica de los armenios de Nagorno-Karabaj en septiembre de 2023, la represión en Azerbaiyán se ha intensificado a niveles sin precedentes. El 20 de junio de este año, un tribunal de Bakú condenó a periodistas del medio independiente Abzas Media a penas de entre siete y nueve años por supuesto blanqueo de capitales. Actualmente, más de 300 presos políticos languidecen en las cárceles azerbaiyanas. Uno de ellos fue ejecutado en mayo de 2025.

La represión no distingue profesiones: periodistas, activistas, investigadores y defensores de derechos humanos son perseguidos con igual saña, especialmente si sus discursos se apartan del relato oficial que presenta a Azerbaiyán como una nación unida, triunfante y legítimamente violenta.

¿Qué queda del pensamiento en Azerbaiyán?

Frente a este panorama, la comunidad internacional guarda silencio o responde con tibieza. Ni la Unión Europea ni organizaciones académicas han emitido hasta ahora una condena firme sobre el encarcelamiento de Bahruz Samadov. ¿Es delito pensar diferente? ¿Se puede ejercer la investigación académica crítica sin pagar un precio altísimo en dictaduras disfrazadas de repúblicas?

La experiencia azerbaiyana demuestra que no. Lo que ocurre en Bakú no es solo un problema de derechos humanos: es un ataque a la inteligencia, a la posibilidad de pensar, debatir y disentir. Si ser citado por un colega armenio se convierte en una sentencia de cárcel, entonces el nacionalismo no solo ha sustituido al Estado, sino que lo ha vaciado de toda racionalidad.

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