Arde el corazón cultural de Artsaj. Incendios forestales masivos se extienden sin control por los territorios ocupados de Nagorno-Karabaj, afectando gravemente áreas de importancia histórica y religiosa para el pueblo armenio. Según alertaron las autoridades culturales de Artsaj —que operan actualmente en el exilio desde Armenia— más de 100 sitios del patrimonio armenio están en riesgo de desaparecer bajo las llamas.
El desastre, que comenzó a principios de la semana pasada, ya ha alcanzado zonas cercanas a las aldeas de Talish, Nor Shen, Nakhichevanik y Seydishen, afectando no solo viviendas y bosques, sino también monumentos, iglesias y huertos centenarios. Entre los más amenazados se encuentra la Reserva Histórica y Cultural de Tigranakert, ciudad fundada por Tigranes el Grande en el siglo I a. C., así como el Monasterio de Amaras, fundado por Mesrop Mashtots, creador del alfabeto armenio.
El fuego destruye más que naturaleza: borra identidad
«La destrucción de estos monumentos no es solo pérdida de piedra y madera, es una agresión directa a la memoria y la identidad del pueblo armenio», advirtió el Ministerio de Cultura de Artsaj en un comunicado emitido desde Ereván. Según el texto, los huertos de moreras de Nor Shen —con siglos de antigüedad y valor etnográfico— ya han sido parcialmente calcinados.
El sistema satelital de monitoreo de incendios LANCE/FIRMS de la NASA confirmó múltiples focos de fuego activo en la región oriental de Artsaj. A través de mapas públicos, se pudo verificar la cercanía de las llamas a complejos religiosos y arqueológicos, como la Iglesia de Surb Astvatsatsin de Seydishen y antiguos cementerios medievales.
¿Y Azerbaiyán? Silencio y omisión en medio del desastre
Las autoridades culturales de Artsaj denunciaron la inacción de Azerbaiyán, que, según las convenciones internacionales ratificadas por Bakú, tiene la obligación legal de proteger y preservar el patrimonio cultural en los territorios bajo su control. «Azerbaiyán debe tomar medidas inmediatas para extinguir los incendios. La omisión en este contexto puede constituir un crimen contra la cultura», señalaron.
La destrucción cultural en zonas ocupadas ya ha sido documentada por expertos de la UNESCO y Human Rights Watch. Según el historiador armenio Karen Petrosyan, «esto no es un accidente natural, es parte de un patrón: cuando se borra la historia de un lugar, se borra el derecho a reclamarlo».

Llamado a la comunidad internacional: es hora de actuar
El Ministerio de Cultura de Artsaj hizo un llamado urgente a las organizaciones internacionales como la UNESCO, ICOMOS y Blue Shield International para que evalúen la situación y exijan a Azerbaiyán el cumplimiento de sus obligaciones. También se pidió la colaboración de expertos y ONGs para realizar una documentación y restauración de emergencia en caso de que sea posible acceder a las zonas afectadas una vez controlado el fuego.
«Pedimos ayuda no solo por el arte o las piedras talladas, sino por lo que representan: la continuidad milenaria del pueblo armenio en su tierra histórica», concluyó el comunicado.
Un nuevo capítulo de la guerra: el fuego como arma contra la memoria
Estos incendios llegan menos de dos años después de la limpieza étnica que obligó a más de 120.000 armenios a huir de Artsaj tras el bloqueo y posterior ofensiva de Azerbaiyán. Mientras Ereván negocia con Bakú un acuerdo de paz aún inconcluso, la destrucción de sitios históricos se convierte en una forma silenciosa pero brutal de guerra cultural.
La pérdida de estos monumentos no solo es patrimonio perdido para los armenios, sino para toda la humanidad. Artsaj arde, y con él, siglos de historia, fe y arte.
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