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La apuesta ciega de la Unión Europea según la BBC: gas de Azerbaiyán a cambio de silencio sobre Artsaj

Bruselas justifica su alianza energética con Bakú mientras crecen las denuncias por represión, censura y limpieza étnica

La Unión Europea apuesta por el gas de Azerbaiyán mientras guarda silencio ante la expulsión de los armenios de Artsaj. Reportaje de la BBC

Desde que estalló la guerra en Ucrania en 2022, Bruselas apostó por Azerbaiyán como socio estratégico para reducir su dependencia del gas ruso; sin embargo, esa decisión energética ha tenido un alto costo político y moral: el silencio de la Unión Europea frente a la represión sistemática en Azerbaiyán y la limpieza étnica en Artsaj.

Así lo detalla un extenso reportaje de la BBC publicado el 27 de julio, que desmenuza la ambigua relación entre el régimen de Ilham Aliyev y los líderes europeos.

Según el medio británico, la visita de Ursula von der Leyen a Bakú en julio de 2022 marcó un punto de inflexión. Al declarar a Azerbaiyán como “socio clave en la transición energética”, la presidenta de la Comisión Europea “liberó por completo las manos de Aliyev”, en palabras del exdiplomático europeo Eldar Mamedov. Desde entonces, el régimen intensificó la represión interna: más de 350 presos políticos, medios de comunicación clausurados, periodistas encarcelados y organizaciones internacionales como la ONU y la Cruz Roja expulsadas del país.

Represión sin consecuencias

A pesar de las constantes denuncias de ONG y del Parlamento Europeo —que incluso pidió sanciones contra funcionarios azerbaiyanos—, la Comisión Europea ha evitado cualquier medida concreta. La razón es clara: el gas. Aunque Azerbaiyán representa solo el 4,3% de las importaciones totales de gas de la UE, para países como Bulgaria, Grecia e Italia, el porcentaje supera el 15%, lo que convierte a Bakú en un proveedor crucial dentro del llamado Corredor Sur de Gas.

Europa no se quedará sin luz si falta el gas azerbaiyano, pero tampoco tiene cómo presionar a Bakú”, reconoció a la BBC un alto diplomático europeo que pidió mantener el anonimato. El mismo funcionario admitió que “la UE no tiene cartas fuertes con las que negociar”.

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La Unión Europea apuesta por el gas de Azerbaiyán mientras guarda silencio ante la expulsión de los armenios de Artsaj. Reportaje de la BBC

Aliyev se vende como el anti-Putin

Consciente de su valor estratégico, Ilham Aliyev ha jugado con maestría la carta de presentarse como el anti-Putin del Cáucaso, tomando distancia de Moscú en momentos clave. Se negó a asistir al desfile del 9 de mayo en Rusia, condenó la ocupación rusa en Ucrania y se ofreció como plataforma de tránsito para mercancías hacia Europa a través del Corredor Medio, evitando a Rusia e Irán.

Pero ese discurso prooccidental contrasta con sus políticas internas. En junio, seis periodistas del medio Abzas fueron condenados a hasta nueve años de prisión por investigar los negocios de la familia presidencial. Otro caso impactante fue el del joven académico Bahruz Samedov, sentenciado a 15 años por “mantener correspondencia con armenios”, en lo que sus colegas califican como un castigo político.

Artsaj: la herida invisible para Europa

El desplazamiento forzado de toda la población armenia de Artsaj tras la ofensiva militar de septiembre de 2023 no generó más que tibias reacciones desde Bruselas. Para Bakú, fue la culminación de su “integridad territorial”. Para Armenia, una catástrofe humanitaria. Pero para la UE, solo una nota diplomática.

Según el análisis de la BBC, Azerbaiyán “calculó que podía comprar al Occidente”, y tuvo razón. Ni la expulsión de los armenios de Artsaj, ni las masivas detenciones, ni el cierre de fronteras internas para los ciudadanos propios (vigentes desde 2020), alteraron el apoyo europeo. “Azerbaiyán cree que puede comportarse de forma agresiva con todos y salir impune”, concluye un alto diplomático entrevistado por la BBC.

Una alianza sin valores

La relación actual entre la UE y Azerbaiyán es la de una geopolítica sin escrúpulos. A cambio de gas y rutas de tránsito, Bruselas tolera la represión, el autoritarismo y la limpieza étnica en el Cáucaso. Lejos de presionar, Europa ha adoptado la estrategia del “realismo cínico”: aceptar a Aliyev como es, mientras se encienden las estufas en invierno.

Los valores europeos, tan proclamados en foros internacionales, parecen detenerse en Bakú.



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