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Visita de ministra de Georgia a Bakú revela preocupaciones sobre el papel de Georgia tras el acuerdo Aliyev-Pashinyan

Ferrocarril, geoeconomía y ansiedad diplomática

La visita de una ministra de Georgia a Bakú tras el acuerdo entre Armenia y Azerbaiyán revela preocupaciones en Tiflis por quedar fuera

La visita de la ministra de Georgia de Economía y Desarrollo Sostenible, Mariam Kvrivishvili, a Bakú el 11 de julio, un día después de la histórica cumbre en Abu Dabi entre Nikol Pashinyan e Ilham Aliyev, ha reavivado el debate sobre el papel de Georgia en el nuevo orden geopolítico del Cáucaso Sur. Aunque no hubo comunicado oficial sobre la reunión con Aliyev, su presencia en la capital azerbaiyana apunta a una inquietud estratégica en Tiflis por las implicaciones del acuerdo armenio-azerbaiyano.

Aunque su oficina afirmó que la visita giró en torno a temas de transporte y cooperación bilateral, la rapidez del viaje y el nivel del recibimiento por parte del propio Aliyev indican que Tiflis habría enviado un mensaje político urgente, probablemente como emisaria del primer ministro Irakli Kobakhidze.

¿Por qué Georgia estaría inquieta?

El elemento más sensible del nuevo diálogo armenio-azerbaiyano es la ruta de transporte a través del sur de Armenia, un eje que Bakú ve como vital para unir sus regiones con Najicheván y con Turquía. Este corredor, impulsado bajo supervisión occidental, podría disminuir el volumen de carga que actualmente transita por Georgia, país clave del llamado “corredor intermedio” que conecta China y Asia Central con Europa.

El medio progubernamental azerbaiyano Minval.az lo dijo sin rodeos: esta nueva vía “aportará grandes beneficios a Armenia y fortalecerá su seguridad”. Aunque el análisis se centra en el valor estratégico para Ereván, el subtexto económico y geopolítico apunta directamente a Georgia, que podría perder peso como ruta principal y, con ello, parte de su rol como pivote logístico y diplomático del Cáucaso Sur.

visita Georgia Bakú
La visita de una ministra de Georgia a Bakú tras el acuerdo entre Armenia y Azerbaiyán revela preocupaciones en Tiflis por quedar fuera

Ferrocarril, geoeconomía y ansiedad diplomática

Durante su visita a Bakú, Kvirikashvili subrayó la importancia de reactivar el servicio ferroviario de pasajeros entre Georgia y Azerbaiyán. Más allá del simbolismo, el mensaje fue claro: Georgia no quiere perder su protagonismo en los flujos regionales de mercancías y personas.

“Nuestra posición entre los mares Negro y Caspio nos convierte en actores clave del transporte entre Europa y Asia”, sostuvo la ministra.

Se discutieron proyectos como el Bakú-Tiflis-Kars, el puerto de aguas profundas en Anaklia, y el nuevo aeropuerto internacional en Tiflis. Pero todos estos planes enfrentan el riesgo de verse ensombrecidos si la nueva ruta armenia reduce el tránsito actual por territorio georgiano.

Un gobierno debilitado en busca de validación internacional

El silencio de Tiflis frente al acuerdo entre Armenia y Azerbaiyán también puede interpretarse como una señal de debilidad política. La administración Kobakhidze no logró restablecer relaciones estables con EE. UU. y fue duramente sancionada en Bruselas: el Parlamento Europeo calificó a Georgia de “país ocupado” y reconoció a la expresidenta Salomé Zurabishvili como la única autoridad legítima.

Este aislamiento contrasta con la creciente proyección regional de Armenia, que ha afianzado alianzas con Occidente mientras se distancia de Rusia. Bakú, por su parte, ha enfriado su vínculo con Moscú, y parece reconsiderar su dependencia de Georgia como único canal terrestre seguro.

¿Una nueva geometría en el Cáucaso?

Hasta hace poco, Georgia y Azerbaiyán compartían una misma brújula geopolítica, enmarcada en su alineamiento con Occidente y su rivalidad latente con Rusia. Pero con la consolidación de nuevas rutas y alianzas, ese triángulo empieza a desdibujarse.

La pregunta que queda en el aire es si Kvirikashvili visitará también Ereván, en un intento por equilibrar posiciones y no quedar marginada de la reorganización regional. Porque si Georgia se ausenta del nuevo esquema de seguridad y transporte en el Cáucaso, puede terminar viéndose reducida a una periferia sin capacidad de arbitraje ni incidencia estratégica.


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