El expresidente Levon Ter-Petrosyan hizo un llamado urgente a cancelar la manifestación convocada por el primer ministro Nikol Pashinyan en Vagharshapat, y exigió la liberación inmediata de los “presos políticos”, entre ellos los arzobispos Mikayel Ajapahyan y Bagrat Galstanyan, así como el empresario Samvel Karapetyan. El mensaje, publicado en el sitio web ilur.am, lanza duras críticas a la gestión actual del gobierno y alerta sobre el riesgo de un colapso institucional.
Una manifestación junto a la Santa Sede: ¿acto de fe o provocación?
Según Ter-Petrosyan, la manifestación convocada por Pashinyan para el próximo domingo en la plaza central de Echmiadzin, junto a la sede espiritual de la Iglesia Apostólica Armenia, no es otra cosa que una “provocación deliberada para aplastar a la Iglesia mediante la multitud”.
“La medida es extraordinaria y peligrosa”, afirmó el exmandatario, y añadió que el objetivo del primer ministro no es la unidad espiritual, sino destruir la influencia de la Iglesia, a la que considera su último obstáculo de poder interno.
«Pashinyan quiere gloria como Nerón»
En uno de los pasajes más duros del comunicado, Ter-Petrosyan comparó la actuación del premier con la de emperadores autocráticos:
“¿Acaso no se da cuenta de que los seguidores de la Iglesia son mucho más numerosos que sus partidarios? Claro que lo sabe, pero su objetivo es aplastar esa misma fuerza, quizás para merecer la gloria de Nerón.”
El primer presidente de Armenia remarcó que la principal tarea de cualquier Estado es garantizar la estabilidad política interna, y que en este momento, es el propio gobierno el que “siembra el caos y la inestabilidad”.

Liberar a Bagrat, Mikayel y Samvel: condición para la reconciliación
Ter-Petrosyan instó al Ejecutivo a dar un gesto de reconciliación urgente. “La única manera de reducir la tensión política es liberar inmediatamente a los santos hombres Bagrat y Mikayel, así como a Samvel Karapetyan. Esto no dañará la reputación de Pashinyan, sino que será visto como un acto de madurez y estadismo”, escribió.
Según él, este gesto sería fundamental para restaurar el diálogo interno y permitir a Armenia “negociar con fuerzas externas desde una posición más segura”.
Una ofensiva sin precedentes contra la Iglesia y el empresariado
Las tensiones entre el gobierno y la Iglesia se agravaron el 17 de junio, cuando Samvel Karapetyan, oligarca armenio radicado en Rusia y propietario del grupo Tashir, emitió una declaración en defensa del Catholicos Garegin II mediante armas. La reacción de Pashinyan fue inmediata: lo acusó públicamente, ordenó el allanamiento de su residencia y su posterior arresto por incitación a la usurpación del poder.
Días después, el gobierno presentó un proyecto de ley para nacionalizar las Redes Eléctricas de Armenia (ENA), propiedad de Karapetyan. Las enmiendas fueron aprobadas por el Parlamento, y la empresa pasó a control estatal, desatando una ola de críticas por el uso del aparato judicial y legislativo para fines políticos.
Simultáneamente, los arzobispos Mikayel Ajapahyan y Bagrat Galstanyan fueron detenidos bajo cargos de llamar a un golpe de estado. Ambos religiosos son figuras influyentes dentro de la Iglesia Apostólica Armenia y habían manifestado críticas al rumbo actual del país.
Iglesia, oligarcas y oposición: un frente común contra Pashinyan
La escalada represiva contra figuras religiosas y empresarios poderosos ha generado un frente común entre sectores hasta hace poco distantes. La Iglesia Apostólica Armenia, algunos círculos empresariales y la oposición política parecen confluir ahora en su crítica al “síndrome de megalomanía” que Ter-Petrosyan atribuye al jefe de gobierno.
En este contexto, el expresidente reiteró que la estabilidad interna es un prerrequisito para enfrentar las amenazas geopolíticas que pesan sobre Armenia: “Cuanto más complicada se vuelva la situación política interna, más se debilitará nuestra posición en el ámbito de las relaciones exteriores.”
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