Descubre la verdad sobre el pogromo de Sumgait de 1988, una masacre contra los armenios en Azerbaiyán que sigue impune. Conoce los hechos, testimonios y la lucha por el reconocimiento de este crimen histórico.
El pogromo de Sumgait, ocurrido entre el 27 y el 29 de febrero de 1988, sigue siendo crimen impune y una de las tragedias más oscuras del conflicto entre Armenia y Azerbaiyán. En esta ciudad industrial, ubicada a 26 kilómetros de Bakú, miles de armenios fueron brutalmente atacados en un estallido de violencia que dejó decenas de muertos y cientos de heridos. A pesar de los testimonios de sobrevivientes y los informes de organizaciones internacionales, las preguntas sobre los responsables y la inacción de las autoridades soviéticas continúan sin respuesta.
El conflicto comenzó con la petición del pueblo de Nagorno-Karabaj de reunificarse con Armenia. En respuesta, desde Bakú se propagaron discursos incendiarios contra los armenios. Apenas el 14 de febrero de 1988, el jefe del Comité Central del Partido Comunista de Azerbaiyán, Asadov, declaró públicamente que “cien mil azerbaiyanos están listos para invadir Karabaj y comenzar una masacre”.
La tensión escaló rápidamente en Sumgait, donde falsos rumores sobre supuestas persecuciones de azerbaiyanos en Armenia alimentaron el odio. Según testigos, en la plaza principal de la ciudad aparecieron consignas como “¡Muerte a los armenios!” y “¡Expulsen a los armenios de Sumgait!”. Poco después, turbas organizadas comenzaron a asaltar viviendas armenias con listas preestablecidas, desconectando los teléfonos para evitar pedidos de ayuda.
Durante tres días, los armenios de Sumgait fueron víctimas de asesinatos, torturas y violaciones. Numerosos relatos describen cómo hombres, mujeres y niños fueron quemados vivos o atacados con una brutalidad inimaginable. Mientras esto ocurría, las fuerzas de seguridad soviéticas permanecieron inactivas, permitiendo que la violencia se extendiera sin control.
Finalmente, en la noche del 29 de febrero, unidades militares soviéticas ingresaron a la ciudad, pero con órdenes de no usar munición real. Solo entonces lograron evacuar a los armenios sobrevivientes, aunque para muchos ya era demasiado tarde.
En los años siguientes, la versión oficial azerbaiyana trató de minimizar los hechos o incluso responsabilizar a los armenios de la masacre. Se promovieron teorías de conspiración como la llamada “hipótesis Buniatov”, que sostenía que los propios armenios organizaron la masacre para desprestigiar a Azerbaiyán.
Sin embargo, investigaciones internacionales y documentos oficiales refutan estas afirmaciones. Según un informe recibido por el Comité Central del Partido Comunista Armenio en 1988, el número real de víctimas en Sumgait fue de más de 400 armenios, cifra muy superior a la versión oficial de 32 muertos. Para ocultar las pruebas, muchos cuerpos fueron trasladados a Bakú o arrojados al mar.
De las 94 personas llevadas a juicio, solo una recibió la pena de muerte. Ningún alto funcionario azerbaiyano fue condenado, y la URSS calificó la tragedia como “actos de gamberros” sin darle una evaluación política o jurídica adecuada.
La impunidad de Sumgait allanó el camino para futuras masacres en Kirovabad (1988) y Bakú (1990), y décadas más tarde, la violencia se replicó en las guerras de 2016 y 2020 en Nagorno-Karabaj. La comunidad internacional, hasta hoy, no ha reconocido formalmente estos crímenes como genocidio, a pesar de que cumplen con los criterios de la Convención de la ONU de 1948.
Fuentes:
Comments