En la antesala del 80.º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial, el gobierno ruso ha intensificado su campaña de desinformación para promover a Moscú como la única sede legítima para celebrar la victoria sobre la Alemania nazi. Sin embargo, los hechos desmienten esa narrativa. A diferencia de años anteriores, la capital rusa no congregará a líderes mundiales en la magnitud que solía hacerlo, evidenciando el aislamiento internacional del Kremlin tras su agresión militar contra Ucrania.
El 9 de mayo como símbolo del poder ruso
Desde tiempos soviéticos, el Día de la Victoria —celebrado en Rusia el 9 de mayo— ha sido un componente esencial de la identidad nacional. En 2005, durante el 60.º aniversario, Moscú fue el centro de una conmemoración global: acudieron jefes de Estado de los aliados de la guerra, de países del G20 y de Asia Central, en un gesto de respeto hacia la memoria histórica y la contribución soviética a la derrota del nazismo.
El Kremlin incluso presume de ese momento en sus portales oficiales. La “foto de familia” de los líderes mundiales frente al Monumento al Soldado Desconocido es el emblema visual de esa etapa de reconocimiento internacional.

El aislamiento de Moscú tras la anexión de Crimea
No obstante, el escenario cambió drásticamente tras la anexión ilegal de Crimea en 2014. En el 70.º aniversario celebrado en 2015, la participación internacional se redujo significativamente. La ausencia de una foto grupal de líderes mundiales ese año marcó el inicio de una tendencia de alejamiento diplomático. En 2025, con la guerra en Ucrania aún activa y la legitimidad internacional de Rusia en entredicho, menos de una docena de líderes han confirmado su presencia en Moscú, según reportes de la plataforma EUvsDisinfo.
Ucrania y Europa conmemoran el 8 de mayo
Mientras tanto, otras capitales están organizando conmemoraciones importantes para el 8 de mayo, la fecha oficialmente reconocida como el final de la guerra en Europa. En particular, Kiev ha adoptado esa fecha como símbolo de su alineamiento con la comunidad euroatlántica. El acto recuerda que la rendición incondicional de la Alemania nazi fue firmada inicialmente en Reims el 7 de mayo de 1945 y ratificada oficialmente en Berlín el día 8, con presencia de todos los Aliados.
Este énfasis en el 8 de mayo no es menor: representa una visión compartida de la historia, en contraposición a la narrativa promovida por Moscú, que insiste en retratar a Europa como «neonazi» y se autoproclama heredera exclusiva del heroísmo soviético.
Una narrativa en crisis
“La Rusia moderna se esfuerza por presentarse como el convocante mundial de las celebraciones del fin de la Segunda Guerra Mundial, cuando en realidad se encuentra cada vez más sola”, denuncia la plataforma EUvsDisinfo.
Este esfuerzo de propaganda busca justificar la actual invasión de Ucrania mediante paralelismos históricos engañosos. El Kremlin intenta encuadrar su ofensiva como una continuación de la lucha contra el fascismo, pero la narrativa pierde fuerza ante la realidad de su aislamiento diplomático.
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