El 12 de julio, Bakú se convirtió en el inesperado escenario de un diálogo entre representantes de Siria e Israel. En un contexto de realineamientos regionales, esta cumbre secreta, de la que participaron emisarios de seguridad de ambos países, ha sido interpretada como parte de un nuevo equilibrio en Medio Oriente y el Cáucaso Sur. La pregunta clave que ahora circula en círculos diplomáticos y analíticos es inquietante: ¿llevará Rusia a cabo una “explosión regional” para frenar esta transformación?
Azerbaiyán: entre pactos energéticos y diplomacia secreta
El presidente del Consejo de Transición Sirio, Ahmed al-Sharaa, realizó una visita oficial relámpago a Bakú, capital de Azerbaiyán, que coincidió con una serie de reuniones con representantes del gobierno israelí. Medios como I24News y AFP confirmaron que los encuentros incluyeron al enviado especial del primer ministro Benjamin Netanyahu, oficiales del ejército israelí y funcionarios del gabinete de transición sirio, entre ellos el ministro de Exteriores Asad Ash-Shabani y el jefe de inteligencia Ahmed Ad-Dalati.
El contenido de las negociaciones fue abiertamente estratégico: presencia militar israelí en el sur de Siria, desarme de grupos proiraníes, la situación de los campamentos palestinos en el Líbano, y la posibilidad de instalar una oficina de enlace israelí en Damasco. Aunque no se firmaron acuerdos en esta ocasión, se mencionó la posibilidad de una cumbre entre Netanyahu y al-Sharaa en Washington para septiembre, bajo el patrocinio del expresidente Donald Trump.

Israel y Siria: pragmatismo y líneas rojas
Según fuentes israelíes citadas por el diario Ynet, “aunque no se discute aún una normalización diplomática total, se han iniciado conversaciones sobre garantías de seguridad mutua”. Tel Aviv busca la retirada total de fuerzas iraníes y palestinas del sur de Siria, así como el respeto a la minoría drusa. A cambio, estaría dispuesto a congelar su expansión militar en los Altos del Golán y facilitar inversiones energéticas desde Turquía hacia Siria, a través de Azerbaiyán.
Turquía: la ‘nueva era’ de Erdogan y la alianza estratégica
La reunión entre el presidente azerbaiyano Ilham Aliyev y Ahmed al-Sharaa ocurrió en paralelo a una conversación telefónica entre Aliyev y el presidente turco Recep Tayyip Erdogan. Ankara busca avanzar su concepto de «hermandad turco-kurda-árabe», en contraste con el eje Washington-Tel Aviv. Este doble juego pone a Bakú en el centro de dos proyectos regionales en competencia.
Analistas señalan que Azerbaiyán pretende participar tanto en la estrategia israelí de ampliación del «Pacto de Abraham» como en el rediseño de una zona de influencia turca en el Cáucaso y Medio Oriente. El resultado podría ser un tratado de alianza político-militar entre Turquía y Azerbaiyán, de consecuencias geopolíticas mayores para Armenia y para la presencia rusa en la región.
Irán: en el centro de todas las amenazas
Teherán aparece como el blanco indirecto del encuentro sirio-israelí. La idea de celebrar estas reuniones en Bakú, y no en otra capital árabe, ha sido interpretada como un mensaje directo a Irán. La exclusión de Damasco del proceso y la posible instalación de una oficina israelí en territorio sirio sin soberanía central refuerzan esa interpretación.
El gobierno iraní no ha reaccionado oficialmente, pero medios cercanos al Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica advirtieron que cualquier paso que legitime la presencia israelí en Siria será considerado una “línea roja”. También subrayan que Bakú ya es considerado “zona de influencia hostil” tras su alianza estratégica con Israel y su cooperación militar con Turquía.
Armenia: atrapada entre bloques enfrentados
Para Armenia, los eventos en Bakú son una señal alarmante. La posibilidad de que Azerbaiyán se convierta en facilitador de alianzas entre Israel y Estados árabes hostiles a Irán, mientras mantiene tensiones no resueltas con Ereván, dibuja un escenario de aislamiento. Al mismo tiempo, algunos analistas internacionales sugieren que este giro regional podría abrir la puerta a una mejora de relaciones entre Armenia e Israel, hasta ahora frías por el conflicto de Nagorno Karabaj.
Georgia: espectador vigilante en la frontera del nuevo orden
Tiflis, por su parte, observa los movimientos desde una postura de neutralidad vigilante. Aunque Georgia ha buscado mantenerse alejada de alianzas militares explícitas, la posible inclusión de los tres países del Cáucaso Sur en el «Pacto de Abraham» la empujaría a tomar partido. Su rol como corredor energético hacia Europa la mantiene como una pieza estratégica clave.
¿Una explosión rusa en el Cáucaso Sur?
El debilitamiento de la influencia rusa es evidente. Moscú ha perdido control en Armenia, su relación con Bakú es ambigua, y sus canales en Tiflis están deteriorados. En este marco, crece el temor de que el Kremlin pueda recurrir a un acto de desestabilización regional —ya sea mediante provocaciones fronterizas, sabotajes energéticos o apoyo a fuerzas irregulares— para frenar la consolidación del nuevo eje Turquía-Israel-Azerbaiyán.
No sería la primera vez que Rusia recurre a una “explosión controlada” para modificar el tablero geopolítico. La pregunta es si todavía conserva la capacidad para hacerlo en un escenario tan fragmentado.
Conclusión: un nuevo mapa se dibuja en el Cáucaso Sur
La elección del lugar, los actores implicados y los temas tratados en Bakú marcan un hito. El Cáucaso Sur ya no es un simple corredor entre potencias. Es ahora un campo de disputa activa entre bloques autoritarios, proyectos de integración y apuestas por el control energético. En este juego, cada movimiento tiene el potencial de redefinir fronteras, alianzas y conflictos.
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