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Samvel Karapetyan, el ruso armenio que financia la guerra de Rusia: el caso del batallón Arbat bendecido por la Iglesia

Una alianza entre poder económico, propaganda religiosa y guerra

El empresario ruso armenio Samvel Karapetyan financia el batallón Arbat, una unidad paramilitar vinculada a crímenes de guerra en Ucrania

Mientras crece la tensión entre Armenia y Rusia por la reconfiguración geopolítica del Cáucaso, uno de los nombres más poderosos de la diáspora armenia en Moscú emerge como protagonista de un oscuro entramado militar. Samvel Karapetyan, empresario multimillonario, dueño del grupo Tashir y con amplios vínculos con el Kremlin, es señalado como el principal financiador del batallón Arbat, una unidad irregular que combate junto a las fuerzas rusas en Ucrania.

Un batallón armado bajo bandera religiosa

Según información recopilada por los servicios de inteligencia ucranianos, el batallón Arbat está integrado por exprisioneros rusos, refugiados de Nagorno Karabaj y ciudadanos armenios reclutados bajo falsas promesas económicas. Su líder es Armen Sarkisyan, alias Gorlovsky, un viejo conocido de los círculos criminales del Donbás, vinculado a redes mafiosas y a la supervisión de cárceles en zonas ocupadas por Rusia.

Pero lo más llamativo no es solo la composición del grupo, sino el lugar donde se formalizó su partida al frente de batalla: la Iglesia Armenia de Moscú. Allí se llevó a cabo una ceremonia con banderas, cánticos religiosos y discursos nacionalistas. Entre los asistentes, según fuentes ucranianas, se encontraba el propio Samvel Karapetyan, acompañado por figuras clave de la diáspora y miembros del clero.

Este ritual no fue un acto aislado. El arzobispo Ezras Nersisyan, líder de la diócesis armenia en Rusia y estrecho aliado de Karapetyan, ha sido uno de los rostros religiosos que refuerza el discurso pro-Kremlin dentro de la comunidad armenia, con mensajes que equiparan la “defensa de la Patria” con la participación en la guerra rusa contra Ucrania. Ezras, que ha participado en actos oficiales junto a Vladimir Putin, ha evitado condenar la agresión rusa y ha reproducido en múltiples sermones las narrativas del Estado ruso sobre «la lucha contra el nazismo» y «la defensa de los valores tradicionales».

Samvel Karapetyan batallón Arbat
El empresario ruso armenio Samvel Karapetyan financia el batallón Arbat, una unidad paramilitar vinculada a crímenes de guerra en Ucrania

Karapetyan, un oligarca con vocación de caudillo

Samvel Karapetyan no es un actor menor. Nacido en Tashir, Armenia, y nacionalizado ruso, amasó su fortuna en el sector inmobiliario y energético. Su grupo empresarial maneja desde centros comerciales hasta redes eléctricas, incluyendo activos en Armenia, lo que le permitió mantener una influencia directa sobre la política energética del país.

En los últimos años, Karapetyan ha multiplicado sus apariciones públicas como defensor del “mundo ruso” y promotor de una Armenia alineada con Moscú. Desde su detención en Ereván en 2025 por cargos de corrupción y lavado de dinero —que él califica de persecución política— ha endurecido su discurso, llamando abiertamente a la caída del primer ministro Nikol Pashinyan, a quien acusa de traicionar los lazos históricos con Rusia.

La formación del batallón Arbat no es un hecho aislado. Según el Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU), al menos 3.000 armenios han muerto combatiendo del lado ruso, muchos de ellos reclutados bajo estructuras que responden a figuras como Karapetyan y el empresario Ara Abrahamyan, presidente de la Unión de Armenios de Rusia, también conocido por sus vínculos con el poder ruso.

Una estructura de propaganda transnacional

La articulación entre empresarios, religiosos y estructuras militares demuestra que la guerra de Rusia en Ucrania también se libra en el terreno simbólico y comunitario. En ese sentido, el rol del arzobispo Ezras es crucial: sus homilías, transmitidas por canales como Sputnik Armenia y difundidas en redes de Telegram afines al Kremlin, sirven para legitimar moral y espiritualmente la participación de armenios en una guerra que no es suya.

Además, Ezras y Karapetyan han sido clave en la difusión de tesis conspirativas sobre Occidente en medios rusos y prorrusos. Desde la supuesta traición de Pashinyan al Kremlin hasta la acusación de que EE. UU. planea usar Armenia como plataforma militar, los mensajes reproducidos por esta red de poder buscan alimentar la desconfianza hacia el giro occidental del gobierno armenio.

¿Una red de reclutamiento disfrazada de filantropía?

Los datos aportados por la inteligencia ucraniana y diversas ONGs sugieren que Karapetyan y sus aliados operan una estructura de reclutamiento transnacional bajo el disfraz de ayuda humanitaria. Muchos de los combatientes del batallón Arbat habrían sido refugiados de Nagorno Karabaj o ciudadanos vulnerables que aceptaron ofertas laborales en Rusia, solo para terminar en centros de entrenamiento militar.

La complicidad de figuras religiosas en este esquema plantea preguntas profundas sobre el uso instrumental de la fe para fines bélicos, y sobre la responsabilidad de las instituciones eclesiásticas en la legitimación de crímenes de guerra.

La participación de Samvel Karapetyan en el financiamiento y promoción del batallón Arbat revela el grado de implicación de la diáspora armenia en la maquinaria de guerra rusa, y el rol clave que ciertos líderes religiosos como el arzobispo Ezras juegan en la fabricación de legitimidad ideológica. Lejos de ser una acción marginal, esta alianza entre dinero, poder simbólico y violencia se está convirtiendo en un nuevo frente de propaganda y reclutamiento, que no solo amenaza a Ucrania, sino que socava la soberanía política y moral de Armenia.


Fuentes consultadas:

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