El reciente viaje del ministro de Relaciones Exteriores de Rusia, Serguéi Lavrov, a Ereván ha reavivado el debate sobre el formato 3+3 como mecanismo para resolver tensiones en el Cáucaso Sur, aunque las reacciones posteriores sin consenso revelan profundas divisiones regionales. Durante su visita, Lavrov insistió en que este esquema -que incluiría a Armenia, Azerbaiyán, Georgia más Rusia, Turquía e Irán- representa la plataforma ideal para el diálogo regional, recordando que los acuerdos trilaterales de 2020-2022 siguen siendo la base para la normalización entre Armenia y Azerbaiyán.
La fría recepción regional a la iniciativa rusa
Sin embargo, la realidad geopolítica muestra importantes obstáculos para esta propuesta. Georgia mantiene su histórica negativa a participar en plataformas que incluyan a Rusia, especialmente tras la guerra en Ucrania. Más revelador aún fue el inmediato giro diplomático de Azerbaiyán, cuyo asesor de política exterior Hikmet Hajiyev viajó a Bruselas apenas 24 horas después de la visita de Lavrov para reunirse con altos funcionarios de la OTAN y la Unión Europea.
«Conversamos sobre las relaciones entre Azerbaiyán y la UE, el apoyo de la UE a la normalización con Armenia y los avances regionales», declaró Belén Martínez Carbonell, Secretaria General del Servicio de Relaciones Exteriores de la UE, tras su encuentro con Hajiyev. Este movimiento coincide con las nuevas sanciones europeas contra Rusia que afectan indirectamente intereses azerbaiyanos, particularmente en el sector energético.

Turquía: El aliado ambivalente
La posición de Turquía, teórico aliado de Rusia en otros escenarios, añade complejidad al panorama. Aunque el presidente Recep Tayyip Erdogan evitó rechazar abiertamente el formato 3+3, su reciente participación en la cumbre de la Organización de Estados Turcos en Budapest -que describió como puente entre la UE y el mundo turco- sugiere priorizar el acercamiento a Occidente. Analistas consultados por SoyArmenio.com señalan que Erdogan busca evitar que Azerbaiyán se alinee completamente con Europa mientras mantiene sus propias opciones abiertas.
Las implicaciones del conflicto ucraniano
El contexto de la guerra en Ucrania emerge como factor determinante. Con el posible endurecimiento de sanciones occidentales contra Moscú -incluyendo el proyecto de ley sobre «sanciones infernales» en el Congreso estadounidense- los países del Cáucaso enfrentan presiones crecientes para definir su posicionamiento. Esta dinámica explica en parte el cauteloso acercamiento de Azerbaiyán a la OTAN y la UE, así como las reservas de Georgia hacia cualquier iniciativa que incluya a Rusia.
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