El embajador ruso en Armenia, Sergei Kopyrkin, y el viceministro de Asuntos Exteriores de Rusia, Mijail Galuzin, han reiterado el compromiso de Moscú en la normalización de relaciones entre Ereván y Bakú. Sin embargo, han advertido sobre los peligros de negociar apresuradamente un tratado de paz bajo la presión de Occidente.
Moscú apuesta por una solución equilibrada
Durante una recepción en el Día del Trabajador Diplomático, Kopyrkin reafirmó que Rusia continuará brindando apoyo en la resolución del conflicto entre Armenia y Azerbaiyán, basándose en los acuerdos trilaterales firmados entre 2020 y 2022.
«Nuestro objetivo es facilitar un tratado de paz con disposiciones equilibradas, avanzar en la delimitación de fronteras y desbloquear las comunicaciones de transporte», declaró Kopyrkin.
El diplomático también destacó la importancia de los vínculos culturales, educativos y económicos entre Armenia y Rusia, asegurando que la cooperación estratégica entre ambos países es fundamental.
Críticas a la presión de Occidente
Por su parte, Galuzin expresó la preocupación de Rusia ante los intentos de actores occidentales de acelerar las negociaciones de paz sin un análisis profundo de sus implicaciones a largo plazo.
«Las decisiones apresuradas y no verificadas pueden sembrar nuevas semillas de confrontación en la región», advirtió el viceministro en una entrevista con Izvestia.
Según Galuzin, el grupo trilateral de Rusia, Armenia y Azerbaiyán, creado para desbloquear las comunicaciones y fortalecer los lazos económicos, actualmente está paralizado. Hizo un llamado a las partes, especialmente a Armenia, para retomar las conversaciones y avanzar en este proceso.

Una paz duradera o un futuro incierto
Mientras Rusia insiste en que la solución debe ser gradual y consensuada, Armenia y Azerbaiyán avanzan en acuerdos puntuales, como la reciente delimitación fronteriza en la intersección de sus territorios con Georgia.
Con la creciente influencia de la Unión Europea y otros actores occidentales en el proceso de paz, Rusia enfrenta el desafío de mantener su papel como mediador clave en el Cáucaso.
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