El 27 de enero de 2025, el mundo conmemoró los 80 años de la liberación de Auschwitz por el Ejército Rojo. En un giro simbólico y políticamente cargado, Rusia fue excluida de la ceremonia oficial en el antiguo campo de exterminio nazi, una decisión tomada por el Museo Estatal de Auschwitz-Birkenau tras la invasión rusa a gran escala de Ucrania en 2022. Según los organizadores, la guerra de Rusia es “un acto de barbarie” incompatible con el espíritu de memoria y paz del evento.
La ausencia rusa fue inmediatamente transformada en arma propagandística por el Kremlin. Desde Moscú, se acusó a Occidente de “rusofobia”, “revisionismo histórico” y hasta de permitir el resurgimiento del nazismo en Europa. No es un fenómeno nuevo: el uso instrumental del Holocausto ha sido una constante en la narrativa rusa desde el inicio de la guerra.
La retórica del Kremlin: víctima y héroe único del pasado
Uno de los ejes de esta distorsión es la afirmación de que Rusia es la heredera exclusiva de la Unión Soviética, y por tanto, la única legítima depositaria de la gloria de la victoria sobre el nazismo. Sin embargo, este discurso ignora deliberadamente el papel de millones de soldados no rusos. Por ejemplo, alrededor de 7 millones de ucranianos lucharon en el Ejército Rojo, muchos de ellos en el Frente Suroccidental, devastado por los combates.
“El Kremlin no solo invisibiliza a otras naciones que lucharon contra Hitler, sino que intenta reescribir la historia para reforzar su actual agresión imperial”, denuncian desde Bruselas. Para el Kremlin, quien cuestione esta visión es automáticamente “nazi” o un cómplice de quienes “blanquean el pasado”.
Putin y Auschwitz: manipulación del simbolismo y el dolor histórico
El presidente Vladímir Putin aprovechó el aniversario de Auschwitz para reforzar su narrativa, presentando a los rusos como los “descendientes directos de la generación victoriosa”. Ignoró abiertamente la composición multiétnica del Ejército Rojo y repitió el argumento de que Occidente intenta “reescribir la historia”.
Más grave aún fue el intento de comparar el sufrimiento actual de Rusia con el padecido por los judíos durante el Holocausto. Al aludir al “odio irracional contra los rusos”, Putin agrupó la rusofobia con el antisemitismo y el racismo, buscando equiparar la situación de Rusia con la de las víctimas del exterminio nazi. Esta analogía fue duramente criticada por historiadores y defensores de derechos humanos.

Zakharova y la desinformación: repetir la mentira hasta que parezca verdad
Como informara SoyArmenio.com, la vocera del Ministerio de Exteriores ruso, Maria Zakharova, llevó estas afirmaciones al extremo. Según ella, no invitar a Rusia a Auschwitz fue “una forma moderna de segregación”. También acusó falsamente al rabino principal de Polonia, Michael Schudrich, de tildar al presidente ucraniano Volodímir Zelenski de “dictador nazi”. Este bulo, originado en canales prorrusos de Telegram, fue amplificado por medios estatales rusos, en un claro ejemplo de desinformación coordinada.
A pesar de estas falsedades, los medios internacionales sí cubrieron ampliamente la conmemoración y rindieron homenaje a las víctimas del Holocausto, desmintiendo las acusaciones de “borrado histórico” que promueve Moscú.
El revisionismo del Holocausto: del genocidio judío al “genocidio soviético”
Desde 2020, el Kremlin impulsa el concepto de un supuesto “genocidio del pueblo soviético”, exigiendo incluso a Alemania que lo reconozca. Bajo esta óptica, el Holocausto pierde su especificidad judía para ser subsumido en una narrativa nacional rusa, donde el “genocidio” es contra “Rusia” y el enemigo es siempre el “Occidente nazi”.
Esta estrategia persigue un claro objetivo ideológico: justificar la guerra en Ucrania como una continuación de la lucha contra el nazismo, y retratar a Rusia como una nación sitiada y perseguida. El enemigo, según Moscú, ya no es Hitler, sino la Unión Europea, la OTAN y el “régimen neonazi de Kiev”.
Auschwitz responde: no hay espacio para la propaganda
El director del Museo de Auschwitz-Birkenau, Piotr Cywiński, fue categórico: “No hay lugar para quienes acusan a Ucrania de nazismo o afirman que Occidente planea otro Holocausto contra Rusia”. Esta declaración resume con claridad el rechazo a la instrumentalización de una de las mayores tragedias de la humanidad.
Mientras tanto, el Kremlin sigue explotando la memoria histórica con fines geopolíticos, desvirtuando el significado del Holocausto, manipulando la historia y alimentando la polarización global.
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