🚨 El arzobispo Mikael Ajapakhyan fue encarcelado por 2 meses en Armenia por llamar a derrocar al gobierno. Nuevo episodio del choque entre Iglesia y Estado.
El arzobispo Mikael Ajapakhyan, líder del templo Shirak y figura influyente del clero armenio, fue enviado a prisión preventiva por un período de dos meses tras una resolución emitida por el Tribunal General de Justicia de Armenia. El juez Massachusetts Melkonyan decidió aceptar la petición del Comité de Investigación, que acusa al religioso de incitar derrocar el orden constitucional.
La imputación se basa en el Artículo 422, Sección 2 del Código Penal, el cual penaliza los llamados públicos a la toma del poder por medios no constitucionales, en particular cuando se utilizan medios de comunicación, redes sociales y tecnologías de la información.
Según el expediente judicial,Mikael Ajapakhyan —también identificado como Mikael (Gevorg) Artashes Ajapakhyan— realizó declaraciones públicas el 21 de junio de 2025 en las que instaba a una toma del poder fuera del marco constitucional, señalando incluso la necesidad de involucrar a miembros de alto rango de las fuerzas armadas.
Estas afirmaciones, que repiten el contenido de otra declaración emitida en febrero de 2024, fueron interpretadas por la fiscalía como parte de una estrategia sistemática y deliberada, que coincide con las acciones del grupo “Lucha Sagrada”, actualmente bajo investigación por su supuesta planificación de actos terroristas y un golpe de Estado armado.
El abogado del arzobispo, Ara Zograbyan, denunció que el proceso judicial está viciado por motivaciones políticas. “El juez que ordenó esta medida es el mismo que firmó el arresto del líder del llamado ‘Sultanato’. Ya sabíamos el resultado antes de entrar a la sala”, declaró.
Zograbyan calificó al magistrado de “ignorante y carente de preparación jurídica” tras rechazar dos mociones presentadas por la defensa. Afirmó que su cliente “no acepta la acusación” y considera el proceso como una persecución por razones ideológicas.
La detención de Aghasan se inscribe en un contexto de creciente tensión entre el gobierno de Nikol Pashinyan y la Iglesia Apostólica Armenia. El movimiento opositor Lucha Sagrada, con fuertes vínculos eclesiásticos, ha sido duramente reprimido en las últimas semanas, y varias figuras del clero han sido objeto de investigaciones, arrestos y presiones.
Aghasan, conocido por su activismo y discursos críticos contra el gobierno, se ha convertido en un símbolo de la resistencia espiritual frente al poder político, especialmente en las regiones del norte de Armenia, donde el descontento social es más pronunciado.
La fiscalía sostiene que las declaraciones del arzobispo “no fueron palabras al azar ni comentarios improvisados”, sino parte de una campaña meticulosa para socavar las instituciones del Estado. La reiteración de sus llamados y su coincidencia con las acciones descubiertas en el caso Lucha Sagrada refuerzan, según los investigadores, la hipótesis de una implicación activa en planes sediciosos.
No obstante, organizaciones defensoras de derechos humanos y sectores opositores consideran que el caso refleja una instrumentalización de la justicia para silenciar voces disidentes, incluso cuando estas provienen del ámbito religioso.
La detención del arzobispo Mikael Ajapakhyan agudiza la crisis institucional y espiritual que atraviesa Armenia. Mientras el gobierno defiende su actuación como parte de una política de seguridad y legalidad, crecen las voces que ven en este proceso un ataque a la libertad de expresión y a la autonomía de la Iglesia.
El desarrollo del juicio y las reacciones que genere dentro y fuera del país marcarán un antes y un después en las relaciones entre el poder político y la jerarquía eclesiástica, en un momento particularmente delicado para el futuro democrático del país.
Comments