En un giro que ha provocado intensos debates en el ámbito político y social de Armenia, el primer ministro Nikol Pashinyan admitió un grave error en la gestión del conflicto de Nagorno-Karabaj. En una declaración publicada en su página de Facebook el 23 de diciembre de 2024, Pashinyan reveló que desde 1994 el proceso de negociación se centró exclusivamente en la devolución de Nagorno-Karabaj a Azerbaiyán. «Cometí un gran error al no explicar esto al pueblo en 2018», afirmó el mandatario, señalando que el contenido de las negociaciones nunca había apuntado a otra dirección.
Contexto histórico del conflicto
El conflicto de Nagorno-Karabaj, que se remonta a las décadas finales del siglo XX, ha sido uno de los temas más complejos en la región del Cáucaso Sur. Desde el alto el fuego firmado en 1994, varias propuestas han sido presentadas por los mediadores del Grupo de Minsk de la OSCE, entre ellas los Principios de Madrid adoptados en 2007. Estos principios proponían determinar el estatus de Nagorno-Karabaj mediante un referéndum basado en la composición étnica de 1988. Sin embargo, esta solución fue vista como controvertida tanto en Armenia como en Azerbaiyán. Según Pashinyan, las conversaciones en Armenia sobre alternativas a la devolución de Nagorno-Karabaj se utilizaron con frecuencia como herramienta política interna.
«Desde el momento en que asumí el cargo en 2018, mi patriotismo me impidió aceptar completamente la realidad del contenido de las negociaciones. Esto me llevó a cometer un error al no compartirlo con el público», declaró el primer ministro, marcando un punto de inflexión en el discurso oficial sobre el tema.
Reacciones y perspectivas futuras
Las declaraciones de Pashinyan han generado reacciones encontradas. Algunos analistas consideran que su admisión podría ser un intento por recuperar la confianza pública tras los eventos del año pasado, mientras que otros la ven como una estrategia para preparar al país ante un cambio político significativo. Según Civilnet, «la sociedad armenia sigue profundamente dividida», y las palabras del primer ministro podrían intensificar las tensiones políticas y sociales.

El panorama político también se complica con la próxima celebración de elecciones parlamentarias, previstas para junio de 2026. Con un entorno geopolítico inestable y una creciente desconfianza hacia el liderazgo actual, el futuro de Armenia dependerá en gran medida de las decisiones que se tomen en los próximos meses.
El papel de la comunidad internacional
La comunidad internacional, en particular los mediadores del Grupo de Minsk, tendrá un papel clave en la configuración de cualquier solución futura para Nagorno-Karabaj. La historia reciente ha demostrado que los acuerdos internacionales solo pueden tener éxito si cuentan con el apoyo de ambas partes del conflicto y de las principales potencias internacionales involucradas.
El desafío inmediato para el gobierno de Pashinyan será equilibrar las expectativas internas con las exigencias internacionales, mientras trabaja para fortalecer las instituciones democráticas de Armenia. Como afirmó el propio primer ministro, «lo que está en juego nunca ha sido tan grande».
El futuro de Nagorno-Karabaj y la estabilidad política de Armenia están intrínsecamente vinculados. Las recientes declaraciones de Nikol Pashinyan subrayan la necesidad de una mayor transparencia y una estrategia clara para abordar los retos actuales. El próximo año será decisivo no solo para la resolución del conflicto, sino también para el desarrollo democrático y económico de Armenia.
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