Los archivos publicados por el Departamento de Estado de Estados Unidos confirman que a fines de los años noventa, los presidentes Robert Kocharyan y Heydar Aliyev discutieron en encuentros privados un acuerdo inédito: resolver el conflicto de Nagorno Karabaj a través de un intercambio de territorios, cediendo Meghri a Azerbaiyán a cambio de Karabaj.
El origen del plan y el rol de Turquía
La idea de modificar fronteras no nació en Washington ni en Bakú. Documentos revelan que ya en 1992 el presidente turco Turgut Özal sugirió a George H. W. Bush esa fórmula: “Tengo una idea. El 80% de Karabaj son armenios. Podrían intercambiar territorios: que Karabaj pase a Armenia y Azerbaiyán reciba un corredor que lo una”. Aunque la Casa Blanca no mostró entusiasmo, Ankara insistió y volvió a poner el tema sobre la mesa durante la administración de Bill Clinton.
En 1997, el vicecanciller turco Onur Oymen llamó a Strobe Talbott, subsecretario de Estado, y planteó de nuevo el esquema de cambio de fronteras. Talbott le respondió con cautela: “El cambio de fronteras es como abrir la caja de Pandora. En el mejor de los casos llevará a un callejón sin salida; en el peor, a nuevas violencias”.

Las reuniones sin mediadores
Tras el rechazo de las propuestas de la OSCE —soluciones por fases, paquetes o fórmulas de “Estado común”— Kocharyan y Aliyev comenzaron a reunirse sin intermediarios. En septiembre de 1999, en Sadarak, ambos líderes alcanzaron un entendimiento preliminar. “Robert Sedrakovich y yo pensamos qué concesiones puede hacer cada parte”, dijo Aliyev. Kocharyan respondió: “Hemos hablado de compromisos, de hasta dónde puede ceder cada uno”.
Los diplomáticos estadounidenses destacaron aquel momento como un avance sin precedentes desde 1988. El vicepresidente Al Gore envió un mensaje alentando “la valentía de aprovechar una oportunidad única”.
El atentado del 27 de octubre y el giro de Kocharyan
El asesinato del primer ministro Vazgen Sargsyan y del presidente del Parlamento Karen Demirchyan en el ataque al Congreso armenio alteró radicalmente la correlación de fuerzas en Ereván. Según Strobe Talbott, Kocharyan temía que Moscú sospechara de negociaciones a espaldas de Rusia y pedía más tiempo.
En Davos, enero de 2000, Kocharyan sorprendió a Aliyev y a los mediadores al plantear una condición nueva: aceptaría ceder Meghri si Turquía reconocía el Genocidio Armenio. Para Bakú, esa exigencia descolocó todo el proceso. Aliyev replicó que “la cuestión del genocidio nunca formó parte de la agenda entre Armenia y Azerbaiyán”.

Stepanakert y la incómoda aceptación
Los mediadores visitaron Stepanakert en diciembre de 1999. Allí, el presidente de Karabaj, Arkadi Ghukasyan, confirmó a los enviados: “Apoyo totalmente el acuerdo Kocharyan-Aliyev”. Incluso se habló de coordinar con el Banco Mundial una misión de evaluación para la reconstrucción y reasentamiento posterior a un eventual tratado de paz.
Sin embargo, la fragilidad interna en Armenia y el contexto regional minaron las posibilidades. Documentos de la época reflejan la preocupación de Kocharyan: “Si Demirchyan y Sargsyan estuvieran vivos, podría avanzar. Pero ahora es imposible. Sin un enlace con Irán, quedamos cercados”.
Lo que queda del plan
El acuerdo nunca se firmó. En 2008 Kocharyan declaró que “nunca hubo un plan de intercambio de territorios sobre la mesa”. Pero los cables diplomáticos revelan otra historia: al menos diez encuentros privados con Aliyev entre 1998 y 2000 donde esa fórmula fue la principal hipótesis de trabajo.
Veinticinco años después, los archivos confirman que Turquía estuvo involucrada desde el inicio y que Washington y Moscú siguieron de cerca los contactos. La pregunta sigue abierta: ¿fue Meghri un principio de arreglo viable o solo una moneda de cambio que la política interna armenia terminó descartando?
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