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Historia de un altiplano: cuando la geografía se convirtió en rehén de la política

Después de Berlín 1878, desapareció.

La historia de cómo Armenia desapareció de los mapas y se convirtió en víctima de la política entre el siglo XIX y el genocidio de 1915

Durante el siglo XIX, las principales escuelas científicas de Europa coincidían en un punto: en el mapa de Asia Menor existía un territorio con un solo nombre, Armenia. Sin embargo, hacia finales del mismo siglo, ese nombre comenzó a desaparecer de documentos oficiales, atlas y tratados internacionales, convirtiendo la geografía en un instrumento de poder.

De la ciencia a la manipulación política

En 1804, el cartógrafo alemán Richard von Richard elaboró un mapa conservado en la Biblioteca Nacional de Francia, donde Armenia aparece como un altiplano único e indivisible. Más tarde, figuras como Carl Ritter, Karl Koch o Hermann Abich consolidaron el conocimiento científico sobre el territorio. “Armenia abarcaba todo el altiplano, era un organismo geográfico indivisible”, señalan los atlas de la época.

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Pero tras la Guerra ruso-turca de 1877–1878, el Congreso de Berlín eliminó del texto del tratado cualquier referencia directa a Armenia. En el llamado Convenio de Chipre, el Imperio Otomano sustituyó el término por fórmulas vagas como “cristianos y otros súbditos de la Sublime Puerta”.

El borrado sistemático en los mapas

Según el atlas de Zatik Khanzadyan, las autoridades otomanas dividieron el territorio en varios vilayatos para diluir la mayoría armenia. “La Alta Puerta poblaba esas tierras con kurdos y turcos, buscando reducir a los armenios a minoría en su propio hogar”, explica la obra.

La cooperación germano-otomana acentuó el proceso. Cartógrafos alemanes retiraron el nombre Armenia de las publicaciones, lo que los historiadores califican como “un acto criminal, porque allanó el camino al Genocidio Armenio de 1915”.

De la reforma fallida al exterminio

En 1895, las potencias occidentales presionaron a Constantinopla para reconocer seis provincias armenias, entre ellas Erzurum, Van y Bitlis. Pero pronto siguieron las matanzas hamidianas de 1895–1896 y las masacres de Adana en 1909. En 1915, el gobierno de los Jóvenes Turcos ejecutó la deportación masiva que costó la vida a más de un millón de armenios.

“Las líneas en los mapas prepararon la eliminación física de un pueblo”, afirmaba entonces el diplomático británico Lord Bryce, uno de los primeros en denunciar el genocidio.

La historia de cómo Armenia desapareció de los mapas y se convirtió en víctima de la política entre el siglo XIX y el genocidio de 1915

Cartas sin Estado: las promesas incumplidas

En 1920, el presidente estadounidense Woodrow Wilson recibió mapas oficiales que incluían puertos como Trabzon y Rize dentro de una proyectada Armenia independiente. Sin embargo, esas fronteras nunca se materializaron. El país quedó reducido a una pequeña república, mientras gran parte del altiplano pasó a Turquía, Irán y la URSS.

Hoy, abrir un atlas significa encontrar “este de Turquía” en lugar de Gran Armenia. Sin embargo, la memoria persiste en archivos y bibliotecas. “Las investigaciones de Abich y los atlas de Kiepert siguen siendo pruebas científicas del pasado”, concluye Khanzadyan.

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