A pesar de la creciente tensión militar entre Irán e Israel, el gobierno armenio asegura que la frontera sur del país con Irán funciona con total normalidad, sin interrupciones en el tránsito ni en los proyectos de infraestructura en curso, como la autopista Norte-Sur. Así lo afirmó el ministro de Finanzas de Armenia, Vahe Hovhannisyan, al ser consultado sobre los posibles efectos del conflicto regional en la economía y la logística del país.
“Cuando el conflicto se agravó, lo primero que pensé fue en la construcción de la autopista Norte-Sur”, dijo el ministro en entrevista con 1lurer.am. “Según mis impresiones, no debería haber interrupciones, porque ahora el principal trabajo de excavación está en marcha, y no hay necesidad de entregas serias desde Irán”.
Además, recalcó que no se han detectado problemas en la frontera con Irán, lo que permite la continuación fluida de los proyectos estratégicos. Esta declaración busca calmar las preocupaciones surgidas tras los recientes bombardeos israelíes cerca de Teherán y otras ciudades iraníes, que derivaron en una fuerte respuesta por parte del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica.
Sin embargo, Shamshyan.com informó hoy que un gran número de conductores armenios que han estado en el territorio de la República Islámica de Irán durante 10 días cerca del cruce de Agarak.
Riesgos económicos y oportunidades ante el conflicto regional
Durante una conferencia de prensa, Hovhannisyan advirtió que la escalada entre Irán e Israel podría volver a Armenia un entorno financiero más riesgoso, con impactos en las tasas de interés y la inversión extranjera. No obstante, matizó que, al igual que ocurrió con la guerra en Ucrania, el país podría experimentar también ciertos efectos positivos.
“Hay fenómenos que pueden afectarnos negativamente, pero también otros que pueden beneficiarnos. Todo depende del grado de exacerbación del conflicto y su duración”, explicó el ministro.
Recordó que durante el inicio de la guerra en Ucrania, Armenia registró un inesperado repunte económico derivado de flujos migratorios, relocalización de empresas y un aumento en la demanda de servicios.

Respecto a las rutas logísticas, Hovhannisyan confirmó que el Ministerio de Economía se encuentra monitoreando de cerca los posibles impactos sobre los suministros a través de Irán, aunque hasta el momento no hay obstáculos críticos.
“Si la situación se intensifica, pueden surgir complicaciones en la logística, encareciendo los costos. Pero aún no hemos llegado a ese punto”, aclaró.
Una diplomacia en marcha: la paz con Azerbaiyán como eje estratégico
En paralelo a la incertidumbre geopolítica regional, Armenia mantiene en curso una ambiciosa iniciativa diplomática para normalizar sus relaciones con Azerbaiyán. El periódico griego To Vima calificó esta propuesta como “una prueba decisiva para la diplomacia y la estabilidad del Cáucaso Sur”.
El autor del análisis, Tigran Ghalumyan, destaca que la iniciativa del primer ministro Nikol Pashinyan no es una simple propuesta bilateral, sino un intento por consolidar un nuevo paradigma regional basado en el reconocimiento mutuo de la soberanía y el respeto del derecho internacional.
“La diplomacia puede lograr lo que la guerra no pudo”, señala el artículo. “No se trata de un sueño ingenuo, sino de una necesidad estratégica”.
La iniciativa, sin embargo, no está exenta de desafíos. En el ámbito interno, Pashinyan enfrenta críticas de la oposición y sectores sociales que perciben el plan como una renuncia a los derechos históricos sobre Nagorno-Karabaj, especialmente tras la limpieza étnica de 2023.
En el plano externo, el mayor riesgo es que Azerbaiyán interprete los gestos de paz como señales de debilidad. La insistencia de Bakú, respaldado por Turquía, en un “corredor de Zangezur” controlado extraterritorialmente, sigue siendo un punto de fricción que Ereván rechaza frontalmente.
“La paz no debe imponerse, debe construirse sobre el reconocimiento mutuo y la igualdad de dignidad”, subraya Ghalumyan.
Europa, Irán y la encrucijada estratégica
El conflicto entre Irán e Israel no solo genera riesgos de seguridad, sino que también complica el contexto en el que se desarrolla la propuesta de paz. Armenia, al depender parcialmente de rutas comerciales hacia el sur a través de Irán, observa con cautela la evolución del conflicto.
En este contexto, la Unión Europea es señalada como un actor clave. Según To Vima, Bruselas debe pasar de las declaraciones a una implicación activa: mediante misiones de observación en la frontera, programas de inversión y un mayor respaldo a la sociedad civil armenia.
Además, sostiene que la defensa de la soberanía de Armenia debe ser un principio innegociable frente a cualquier intento de establecer corredores bajo control ajeno.
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