Milkes Malakkian
En un contexto de desinformación creciente y tensiones políticas, el Fondo Armenio Hayastan celebró recientemente su Reunión Anual de la Junta de Fideicomisarios, ratificando su carácter apolítico y humanitario, y su rol histórico como punto de convergencia panarmenio.
A diferencia de otras estructuras, el Fondo Hayastan ha logrado mantener durante décadas un espacio común donde partidos, sindicatos, iglesias y comunidades de la diáspora se sientan juntos “por una Armenia fuerte”, como se repitió durante la sesión.
Desde Ereván, la Junta del Fondo Hayastan enfrenta la desinformación y apuesta por la transparencia para sostener la unidad panarmenia
“La fundación no es una opción, es una necesidad histórica”, afirmó Daniel Apikyan, presidente de la filial griega del fondo, cuya vida encarna el mosaico de la diáspora armenia: nacido en Uruguay, criado en un entorno greco-armenio y con raíces familiares que se remontan al genocidio.
Unidad frente a la desconfianza
Uno de los temas centrales del encuentro fue el riesgo que representa la desinformación para la confianza en la institución. Apikyan subrayó que uno de los errores más peligrosos es equiparar al Fondo Hayastan con el gobierno armenio de turno. Esta idea, alimentada en redes sociales, disuade a potenciales donantes en momentos políticamente sensibles.
“La fundación no es un político, es una institución humanitaria”, enfatizó Apikyan. “La idea de que somos una ‘aspiradora estatal’ es simplemente falsa y es usada como excusa por quienes han perdido la voluntad de ayudar”.
La amenaza es clara: la desconfianza derivada de la política puede destruir años de construcción comunitaria. Para contrarrestar este fenómeno, el Fondo se basa en una estrategia firme: transparencia total.
Hechos, no palabras
Cada campaña de recaudación de fondos se desarrolla con objetivos claros y auditorías públicas. Desde hospitales y escuelas hasta infraestructura básica, todo está documentado. “La actividad se presenta con hechos, no con palabras”, recalcó Apikyan.
Un recurso clave en la estrategia comunicativa es invitar a miembros de la diáspora a Armenia, para que presencien directamente el impacto de sus aportes.
“Cuando una persona ve con sus propios ojos una escuela reconstruida, un hospital renovado, o una familia que ha salido adelante gracias al Fondo, cualquier noticia falsa en redes sociales pierde fuerza”, explicó Apikyan. “Y cuando regresan a sus comunidades, se convierten en embajadores de la verdad”.
Un símbolo de la diáspora que se adapta
Las “viejas comunidades” como las de Grecia enfrentan un dilema complejo: mantener sus estructuras educativas, religiosas y culturales locales mientras contribuyen a las campañas nacionales del fondo. En ese equilibrio difícil, el rol del liderazgo es fundamental.
“No es fácil ser armenio fuera de Armenia”, admite Apikyan. Pero la solución no está en renunciar a una causa en beneficio de la otra, sino en entender que la supervivencia comunitaria y el desarrollo nacional son interdependientes.
Confianza intacta
A pesar de los ataques, desde la sede de Ereván el mensaje es claro: el fondo mantiene intacta la confianza de sus oficinas internacionales. “La sesión fue excelente”, declaró Apikyan, confirmando el alineamiento entre las ramas de la diáspora y la oficina central.
Mientras Armenia atraviesa desafíos políticos e institucionales, el Fondo Hayastan sigue siendo una de las pocas estructuras que conecta a todos los armenios, sin importar ideologías o fronteras.
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