📜🇦🇲 Armenia mira al pasado para proyectar su futuro | Patrimonio urartiano, Garni y la Sinfonía de las Piedras ingresan en la Lista Indicativa de la UNESCO. Memoria arqueológica y geopolítica cultural en acción.
En un paso clave hacia la preservación y proyección internacional de su identidad histórica, Armenia logró la inclusión del Patrimonio Urartiano de Ereván, el Complejo Arqueológico de Garni y la Sinfonía de las Piedras en la Lista Indicativa del Patrimonio Mundial de la UNESCO, durante la 47ª sesión del Comité del Patrimonio Mundial que se celebra en París del 6 al 16 de julio.
La delegación oficial está liderada por el embajador Aram Hakobyan, e integrada por funcionarios del Ministerio de Educación, Ciencia, Cultura y Deportes, entre ellos Harutyun Vanyan, quien coordina la implementación de la Convención del Patrimonio Mundial de 1972 en Armenia. El anuncio fue confirmado por el Ministerio de Cultura, Deportes y Turismo de la República.
La candidatura del Patrimonio Urartiano de Ereván constituye un reconocimiento de la herencia arqueológica más antigua y menos visible de la capital armenia. A través de esta inscripción, el gobierno busca poner en valor los restos materiales y simbólicos de la civilización urartiana (siglo IX-VI a.C.), cuyas fortalezas, sistemas hidráulicos y arte monumental se superponen con la historia moderna de Ereván.
Esta iniciativa no sólo revaloriza un pasado precristiano ignorado por décadas, sino que también redefine el discurso sobre el origen de la capital armenia más allá de su fundación oficial en 782 a.C. por el rey Argishti I. Es, en definitiva, una reapropiación política y cultural del relato fundacional de la nación.
El Complejo Arqueológico de Garni, junto con la espectacular Sinfonía de las Piedras en la región de Kotayk, conforman una candidatura mixta que articula paisaje natural, monumentos arquitectónicos y estructuras rituales.
Garni, conocido por su templo helenístico del siglo I —único de su tipo conservado en el Cáucaso—, se inscribe dentro de un ecosistema sagrado, en cuyo entorno se encuentran restos de fortificaciones, termas romanas y asentamientos protohistóricos. A sus pies, el desfiladero del río Azat alberga la llamada Sinfonía de las Piedras: formaciones basálticas naturales que evocan una catedral de columnas verticales.
Esta combinación —arqueología y geología— subraya la propuesta armenia de repensar el patrimonio no como una suma de ruinas sino como paisaje cultural vivo, dinámico y multiestratificado.
Con estas nuevas candidaturas, Armenia eleva a siete el número de sitios inscritos en la Lista Indicativa de la UNESCO, paso obligatorio previo a cualquier inclusión en la Lista principal del Patrimonio Mundial, donde ya figuran tesoros como Sanahin, Haghpat, Zvartnots, Geghard y la Catedral Madre de Echmiadzin.
Pero más allá de la conservación, esta política patrimonial tiene una dimensión geopolítica concreta. En un entorno regional marcado por el conflicto y la disputa simbólica, el reconocimiento internacional de territorios y monumentos históricos funciona como una forma de soberanía cultural. Armenia afirma, con cada candidatura, su derecho a contar su propia historia, frente a los intentos de negación, apropiación o borrado por parte de actores regionales.
En tiempos de transición y redefinición identitaria, el patrimonio se convierte en un instrumento de diplomacia blanda, capaz de proyectar valores, memoria y legitimidad en foros multilaterales.
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