En un cruce diplomático inusualmente franco, el viceprimer ministro armenio Mher Grigoryan respondió con firmeza a las advertencias de su homólogo ruso Alexei Overchuk, quien acusó a Ereván de perjudicar las relaciones con Moscú al estrechar vínculos con la Unión Europea. Durante una mesa redonda en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo, Grigoryan defendió la postura proeuropea de Armenia y aseguró que las empresas rusas operan en condiciones cómodas en el país, sin verse afectadas por su orientación estratégica.
“Los empresarios rusos se sienten muy cómodos en Armenia. Estamos orgullosos de ello. Esto no solo incluye a las empresas mixtas, sino también a aquellas con capital exclusivamente ruso”, afirmó Grigoryan, negando que el acercamiento a Bruselas implique una amenaza para los intereses económicos rusos.
Las declaraciones surgieron como respuesta directa a Overchuk, quien acusó a Armenia de erosionar la cooperación dentro de la Unión Económica Euroasiática (UEE). Según el funcionario ruso, la política exterior de Ereván ya habría causado pérdidas comerciales de hasta 6.000 millones de dólares y augura una caída aún mayor si continúa el proceso de integración con Europa.
Las declaraciones cruzadas entre Grigoryan y Overchuk reflejan un momento clave para Armenia. Mientras Ereván avanza hacia una política exterior más autónoma y europea, Moscú responde con medidas económicas que buscan frenar esa deriva. La incógnita ahora es si Armenia podrá mantener un equilibrio diplomático que le permita consolidar sus nuevas alianzas sin destruir los históricos lazos económicos con Rusia.

Moscú reacciona con presión económica
La controversia no se limitó al plano discursivo. En simultáneo con el foro, Rusia comenzó a implementar medidas restrictivas contra sectores clave de la economía armenia, entre ellas, la prohibición de transporte de carga en camiones armenios dentro de territorio ruso. Según confirmó el propio Overchuk, los vehículos deberán descargar en Verkhniy Lars, donde la mercancía será transferida a transportistas rusos o bielorrusos.
Además, fuentes en Moscú informaron sobre restricciones impuestas a las aerolíneas armenias, que estarían siendo desplazadas del mercado ruso bajo el argumento de “proteger los intereses nacionales”. Varios analistas interpretan esta ofensiva como un castigo por la creciente independencia política de Ereván y su distanciamiento progresivo del Kremlin.
Grigoryan minimiza la alarma rusa
Lejos de suavizar su discurso, Grigoryan reiteró que Armenia se toma en serio su integración europea, pero que “no hay ningún simbolismo” hostil hacia Rusia. Aseguró que las relaciones económicas se mantienen estables y que el turismo ruso continúa en aumento, un indicador, según él, de que “al menos a nivel poblacional, no hay drama”.
“Debemos seguir dialogando con nuestros socios rusos, discutir los problemas que surjan, pero no dramatizarlos”, subrayó. Grigoryan hizo hincapié en que Armenia no está buscando reemplazar sus vínculos con Moscú, sino diversificar sus alianzas internacionales.
Overchuk: “Ya no podemos ignorar los cambios en Armenia”
En su intervención, Overchuk lamentó que la evolución política armenia ya esté alterando el panorama para los inversores rusos: “Los empresarios rusos entienden que no hay perspectivas en Armenia, porque no las hay con la Unión Europea”, dijo. También advirtió que, pese al aumento del PIB armenio desde la adhesión a la UEE en 2015, el clima actual amenaza con revertir ese progreso.
Ambos funcionarios coincidieron en la necesidad de mejorar el entorno regulatorio, pero dejaron claro que el desacuerdo geopolítico condicionará cualquier intento de acercamiento comercial inmediato.
Europa, una nueva brújula para Armenia
El debate económico refleja un cambio más profundo en la política exterior de Armenia, que en los últimos meses ha intensificado su relación con Bruselas y Washington. A principios de 2025, Ereván presentó una ley que inicia formalmente el proceso de adhesión a la Unión Europea, lo que desató una fuerte reacción del Kremlin y una ola de tensiones diplomáticas en la región.
A pesar del riesgo de represalias rusas, el gobierno armenio insiste en que la apertura hacia Europa es irreversible y que su objetivo es garantizar mayor soberanía política y seguridad económica, especialmente tras los episodios de aislamiento durante la guerra del Karabaj.
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