El primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, acusó abiertamente a sectores del alto clero y a empresarios como Samvel Karapetyan de haber participado, directa o indirectamente, en el fallido intento de golpe de estado. Durante una conferencia de prensa el 16 de julio, el jefe del Ejecutivo que no dudará en usar el “mandato de hierro” conferido por el pueblo para proteger la soberanía nacional.
En sus palabras: “No permitiremos que fuerzas externas utilicen la información que poseen sobre la vida personal de quienes profanan los santuarios, para intentar chantajear a la República de Armenia”. Con esta frase, Pashinyan volvió a vincular al actual Catholicos y a varios jerarcas de la Iglesia Apostólica Armenia con el golpe frustrado, al tiempo que apuntó directamente contra empresarios como Karapetyan, actualmente detenido y bajo investigación penal.
Una amenaza directa al capital que apoya al clero
Refiriéndose a la formación de una nueva fuerza política por parte del empresario Samvel Karapetyan, el primer ministro calificó el movimiento como un “intento desesperado de evadir la responsabilidad penal” y advirtió que el país no es “un patio trasero para operaciones políticas financiadas desde el exterior”.
“Tengan cuidado al venir a Armenia, igual que en el país de su principal ciudadanía. Esto no es algo para ustedes, esto es un Estado”, afirmó Pashinyan, en una clara alusión a la doble nacionalidad del empresario. “Les he dicho que el sabor del Estado permanecerá en sus bocas por mucho tiempo”.

Religión, negocios y poder bajo sospecha
Pashinyan también respondió a las acusaciones de que su gobierno busca perseguir a la Iglesia. “Si la Iglesia Apostólica Armenia no fuera sagrada para nosotros, seríamos completamente indiferentes al proceso destructivo que se está produciendo en su interior”, declaró. Según él, su interés en intervenir no responde a un ataque anticlerical, sino a una defensa de la Iglesia contra quienes, desde dentro, la están utilizando con fines políticos y económicos.
Aunque aún no existe una decisión judicial firme sobre los presuntos vínculos entre altos clérigos y los organizadores del golpe, el Primer Ministro considera suficiente la gravedad de los indicios para actuar con firmeza. “Incluso en los países más democráticos, estos procesos penales generan intensos debates políticos. Y Armenia no es la excepción”, subrayó.
«El martillo está en mi escritorio»
En un gesto simbólico, Pashinyan retomó una metáfora ya clásica de su repertorio político. “Me preguntaban qué pasó con el martillo. El martillo está engrasado, listo, está en mi escritorio”, dijo entre risas, pero con una clara carga de advertencia.
Se trata de una alusión directa al uso del poder ejecutivo para aplicar medidas contundentes. Aunque no precisó acciones inmediatas contra los implicados en el presunto intento de golpe, dejó en claro que su administración está lista para tomar decisiones drásticas, pero dentro de los marcos legales.
La cruzada de Pashinyan por el monopolio del poder estatal
En esta nueva fase, el conflicto entre el Ejecutivo y los sectores que combinan influencia económica y eclesiástica, como es el caso del entorno del Catholicos y de Samvel Karapetyan, se ha convertido en el eje del discurso político del gobierno.
“Este no es el Estado de unos pocos millonarios ni de una jerarquía religiosa intocable. Este es el Estado de todos los armenios, y lo defenderemos con todas las herramientas que nos da la ley”, concluyó el primer ministro.
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