La dependencia de Armenia de Rusia en sectores clave como defensa, economía, energía e infraestructura ya no es solo una vulnerabilidad, sino una amenaza directa a la seguridad nacional, según un nuevo informe del Centro de Investigación de Políticas de Seguridad publicado en abril de 2025.
“El vínculo con Rusia se ha convertido en una limitación estructural para la libertad de acción de Armenia y puede usarse como instrumento de guerra híbrida”, afirman los analistas políticos Areg Kochinyan y Robert Ghevondyan, autores del estudio.
El documento identifica riesgos concretos derivados de la relación asimétrica con Moscú, especialmente tras la guerra de 44 días en 2020 y el éxodo de los armenios de Nagorno-Karabaj. La inacción militar rusa ante las agresiones de Azerbaiyán en territorio armenio fue un punto de inflexión en la percepción pública.
“Rusia ha abandonado efectivamente sus compromisos en virtud del tratado de seguridad colectiva y sus responsabilidades como fuerza de paz en Karabaj”, sostiene el informe.
Riesgos político-militares y pérdida de soberanía
El estudio advierte que Armenia enfrenta amenazas político-militares relacionadas con la dependencia de armamento ruso. Si bien Ereván ha diversificado parcialmente sus proveedores —adquiriendo equipos de India y Francia—, el ejército sigue dependiendo de sistemas rusos en mantenimiento, repuestos y entrenamiento.
“Las interrupciones en el suministro militar ruso pueden paralizar la capacidad operativa del ejército armenio”, señala el documento.
Además, los analistas califican de riesgo la existencia de unidades conjuntas de defensa aérea con Rusia. Se documenta un caso en que una unidad se negó a cumplir una misión del Ministerio de Defensa por no haber recibido órdenes desde Moscú, afectando la preparación y autonomía operacional de las fuerzas armenias.
El informe menciona la base militar rusa 102 en Gyumrí como posible punto de presión directa, en caso de que Rusia perciba una pérdida total de influencia en Armenia. Aunque se considera poco probable un ataque directo, no se descarta completamente.

Amenazas en la frontera y desestabilización interna
El informe también destaca como amenaza la presencia de guardias fronterizos rusos en los límites con Turquía e Irán. Los expertos no descartan provocaciones rusas si Armenia avanza hacia la apertura fronteriza con Turquía, un paso que contradice los intereses geopolíticos del Kremlin.
Internamente, el estudio identifica el riesgo de desestabilización mediante fuerzas opositoras prorrusas, denominadas como “quinta columna”. También se alerta sobre el uso del “poder blando ruso”, dada la fuerte influencia cultural y lingüística en las fuerzas armadas, donde muchos oficiales siguen dependiendo de manuales y formación en idioma ruso.
Preocupación por posibles atentados y espionaje
El informe lanza una advertencia inusual pero documentada: la eliminación física del liderazgo político armenio. Se mencionan precedentes como los casos de Navalny, Prigozhin o Skripal, y se revela que varios grupos armados desmantelados en Armenia estaban entrenados en instalaciones militares rusas en Rostov.
Uno de estos centros ya fue utilizado por los implicados en el intento de asesinato del expresidente georgiano Eduard Shevardnadze en 1998, según el Servicio de Seguridad Nacional de Armenia.
Propuestas estratégicas para reducir la dependencia de Rusia
Los autores recomiendan una batería de medidas estructurales para proteger la soberanía de Armenia:
Reformar profundamente las fuerzas armadas, con nuevo armamento y capacitación internacional.
Transferir el control completo de las fronteras al servicio fronterizo nacional, con el respaldo de EE.UU. conforme a la Carta de Asociación Estratégica Armenia-EE.UU. firmada en enero de 2025.
Incorporar el inglés como lengua operativa obligatoria en el ejército, con exámenes para ascensos.
Crear unidades militares exclusivamente nacionales, prescindiendo de formaciones conjuntas.
Fortalecer los servicios de inteligencia y contrainteligencia, incluyendo un protocolo de sucesión para proteger la estabilidad del liderazgo político.
“Armenia debe romper su dependencia sin colapsar. Esto requiere un enfoque pragmático, pero firme”, subraya el analista Ruben Megrabyan.
Reacción de Moscú y respuesta de Ereván
El presidente ruso Vladimir Putin ha negado que exista una “agresión externa” contra Armenia que justifique una intervención de la OTSC, una declaración que fue respondida duramente por el primer ministro armenio Nikol Pashinyan, quien afirmó que “Armenia ha superado el punto de no retorno” en su política exterior.
En este nuevo contexto geopolítico, el informe del Centro de Investigación de Políticas de Seguridad marca una hoja de ruta clara: Armenia debe asumir el costo político de su autonomía para garantizar su supervivencia como Estado soberano.
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