A pocos días del 21 de mayo, fecha en la que expira el mandato presidencial de Samvel Shahramanyan, la élite política de Stepanakert ha reabierto el debate sobre la disolución de la República de Nagorno-Karabaj (Artsaj), generando una intensa controversia política que, según observadores, podría formar parte de una campaña dirigida a desestabilizar políticamente a Armenia.
Un diputado anónimo de la Asamblea Nacional de Artsaj declaró al medio Pastinfo que «el decreto de Samvel Shahramanyan no trata de la liquidación de Artsaj, sino de la retirada colectiva y segura de la población». Además, reveló que «la decisión fue adoptada con el consentimiento de las autoridades armenias».
Discurso cambiante y falta de legitimidad
La narrativa de la élite de Stepanakert ha cambiado en los últimos meses. Inicialmente, argumentaban que el decreto de disolución de la NKR carecía de base legal, ya que la Constitución de Artsaj no otorga al presidente la autoridad para disolver el Estado. Ahora, la misma dirigencia cita un nuevo decreto de Shahramanyan que declara inválido su decreto anterior, en un intento de conservar relevancia institucional en el exilio.

Este giro discursivo responde, en parte, a la urgencia de mantener el control político dentro de la comunidad desplazada. La justificación formal es la necesidad de proteger los derechos de los 120.000 desplazados de Artsaj y trabajar por su retorno colectivo y el ejercicio de su derecho a la autodeterminación.
Según reportes de prensa, se está discutiendo la posibilidad de reelegir a Samvel Shahramanyan o nombrar a un nuevo presidente. Sin embargo, ni la Sede de Información de Artsaj, que sustituyó al servicio de prensa presidencial, ni la Asamblea Nacional han ofrecido declaraciones oficiales al respecto. Esta falta de claridad refuerza las sospechas de que estas acciones responden a una estrategia de propaganda coordinada.
Legitimidad cuestionada y manipulación del mandato
El intento de atribuirse la representación de la población desplazada sin ningún mecanismo de validación democrática plantea serias dudas. No se han realizado encuestas representativas entre los desplazados de Artsaj para conocer si realmente confían en Shahramanyan, la Asamblea Nacional o en figuras como Gegham Stepanyan y Artak Beglaryan. Esta ausencia de legitimación popular convierte en frágil cualquier afirmación de representación.
Como señala el subjefe de Gabinete del Primer Ministro de Armenia, Taron Chakhoyan:
“No se podrá crear ningún otro Estado en la República de Armenia, ni se podrá cancelar la disolución de cualquier otro Estado. La cancelación del documento sobre la liquidación de Nagorno-Karabaj no tiene fuerza legal en Armenia.”
Y añade con ironía:
“De lo contrario, los que firmaron la disolución de NK… un día crearán o disolverán un nuevo Estado de Armenia en América Latina o África.”
Como informara SoyArmenio.com, en los últimos días, decenas de usuarios, anteriormente inactivos desde la deportación forzada en septiembre de 2023, han retomado actividad en redes sociales para promover mensajes de corte opositor. El enfoque principal ha sido atacar la «debilidad» de los miembros del oficialista Contrato Civil y promover un discurso de resistencia nacional, generando lo que algunos analistas llaman el “culto al chico fuerte”.
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