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Secretismo estatal y causas penales por corrupción: el lado oculto del satélite ARMSAT-1 en Armenia

El lanzamiento del primer satélite de Armenia, ARMSAT-1, en mayo de 2022 fue anunciado por el primer ministro Nikol Pashinyan como un “logro estratégico sin precedentes”. Sin embargo, a tres años de aquel despegue desde la plataforma de SpaceX en Florida, el proyecto ha quedado envuelto en una red de procesos penales, acusaciones de corrupción y opacidad estatal, que ha encendido alarmas sobre la transparencia y el uso de recursos públicos en programas tecnológicos de alta sensibilidad, según analiza una investigación del medio hetq.am

Un satélite bajo sospecha

Según confirmó la Fiscalía General, existe una causa penal abierta sobre el manejo del proyecto ARMSAT-1, pero no se han revelado detalles “por contener información clasificada”. El Comité Anticorrupción lleva la investigación desde el otoño de 2024, pero incluso las preguntas básicas de los periodistas han sido rechazadas amparándose en la Ley de Libertad de Información, que permite el bloqueo de datos si estos contienen secretos de Estado.

Una fuente del Poder Judicial, citada por Evangélico, aseguró que los expedientes del caso llevan la etiqueta “secreto”, lo que confirma que el contenido ha sido calificado como información sensible en términos de defensa y seguridad nacional.

Fondos millonarios, contratos opacos

El proyecto, que supuso una inversión inicial de 7 millones de dólares para la compra del satélite y capacitación técnica (según cifras reveladas por la ministra de Alta Tecnología, Mkhitar Hayrapetyan), fue ejecutado en colaboración con la firma española Satlantis, aunque sin anuncio público previo. Satlantis reconoció recién tras el anuncio oficial del gobierno que el satélite “Urdaneta” había sido transformado en ARMSAT-1, gracias a un convenio con la empresa estatal armenia Geocosmos CJSC.

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El satélite ARMSAT-1 de Armenia está bajo investigación penal. El gobierno invoca «secretos de Estado» y oculta millones en contratos y datos

A esta suma se le agregaron otros 368.000 dólares en diciembre de 2022 para construir una estación receptora y centro de control en suelo armenio, cuya puesta en funcionamiento —según BTAN— se realizó en secreto durante 2023. El gobierno no realizó ninguna presentación pública del centro, a pesar de haber anunciado en 2022 que sería “el eje de una nueva era tecnológica nacional”.

Un satélite que desapareció del discurso oficial

Desde noviembre de 2024, la administración del satélite pasó completamente a manos de técnicos armenios, lo cual fue presentado como un logro de independencia tecnológica. Sin embargo, el silencio del gobierno y la falta de información verificable han generado sospechas tanto en medios como en sectores políticos opositores. El diario Hraparak reveló que durante una sesión cerrada del partido oficialista Contrato Civil, se discutieron posibles “desvíos” y se intentó minimizar el tema. Uno de los altos funcionarios habría dicho que “no vale la pena discutir estos temas en un formato tan amplio”.

“Es inaceptable que un proyecto estatal de tal envergadura sea manejado con este nivel de opacidad. Ya no estamos ante una política de confidencialidad por seguridad, sino ante un manto de encubrimiento”, opinó en condición de anonimato un exfuncionario del Ministerio de Alta Tecnología.

¿Corrupción o secreto estratégico?

Algunos sectores señalan que la falta de transparencia esconde algo más que protección nacional. Las versiones sobre presuntas malversaciones de fondos públicos, licencias otorgadas sin licitación pública y el uso de intermediarios no autorizados han alimentado el escándalo.

“Lo que se sabe hasta ahora es insuficiente. Hay dinero estatal, hay socios privados extranjeros, hay tecnología de doble uso y hay un secretismo que ya no es técnico, sino político”, afirmó el analista armenio Vardan Aghajanian. “La etiqueta de secreto de Estado se ha convertido en el mejor blindaje para evitar rendición de cuentas”, agregó.

Seguridad nacional y vacío informativo

El Ministerio de Alta Tecnología se niega a brindar detalles sobre el funcionamiento operativo del satélite. Ante consultas periodísticas sobre la estación receptora, los servicios de imágenes satelitales o la vigencia del contrato con Satlantis, la única respuesta ha sido que “divulgar tales datos comprometería los intereses estratégicos del Estado”.

Las únicas imágenes oficiales obtenidas por ARMSAT-1 que han trascendido al público provienen de una publicación de noviembre de 2024 en redes sociales del ministerio, con fotos aéreas del lago Sevan y zonas fronterizas, pero sin georreferenciación ni detalles técnicos.

Un precedente peligroso

El caso ARMSAT-1 se suma a una creciente lista de iniciativas tecnológicas o militares armenias rodeadas por el silencio oficial y procesos judiciales restringidos al público. Aunque el lanzamiento de satélites y el desarrollo aeroespacial suelen implicar cierto nivel de confidencialidad, en este caso el manejo ha cruzado líneas que dificultan el control cívico.

El uso del secreto de Estado como argumento para bloquear el escrutinio público sobre el uso de fondos públicos, los contratos internacionales y la gestión de una empresa estatal tecnológica plantea una pregunta inquietante: ¿dónde termina la seguridad nacional y dónde comienza el autoritarismo encubierto?

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