Ereván. Desde enero de 2024, Armenia ha lanzado un ambicioso programa de ecopatrullas con el objetivo de fortalecer la protección ambiental y preservar sus recursos naturales. Este nuevo sistema opera las 24 horas del día, los 7 días de la semana, y ha sido calificado por ambientalistas como “una reforma sin precedentes” en materia ecológica.
El Servicio de Patrulla Ambiental está encargado de vigilar bosques, parques nacionales y reservas estatales. Sus funciones incluyen la prevención de incendios forestales, la lucha contra la tala ilegal y el control de la caza y pesca furtivas. Además, cada patrullero cuenta con herramientas tecnológicas avanzadas, como drones, cámaras corporales y tabletas con software especializado para registrar incidentes en tiempo real.
“Utilizamos drones para monitorear zonas montañosas y de difícil acceso. Todo está definido por ley, y las multas por infracciones están claramente establecidas”, explica el ecopatrullero Hayk Ohanyan, quien se unió al servicio en Kapan.
Un equipo entrenado y armado para responder a los desafíos ambientales
Una de las principales novedades de este programa es que los agentes están autorizados a portar armas de fuego y hacer uso de la fuerza física si es necesario, algo que antes no estaba permitido. Este cambio responde a la necesidad de reforzar la autoridad y la eficacia del personal en campo.
Los agentes son seleccionados mediante concurso público y deben cumplir con altos estándares de formación. Su preparación incluye módulos de ecología, zoología, silvicultura, derecho ambiental, así como entrenamiento físico, primeros auxilios y manejo de armas.
“Nos enseñaron cómo actuar en el terreno, aplicar la ley correctamente y garantizar la seguridad”, comenta Suren Avanesyan, un exagente de seguridad que ahora patrulla los bosques del sur de Armenia.

Mayor cercanía con las comunidades rurales
El trabajo de las ecopatrullas no se limita a la vigilancia. También se busca establecer un vínculo directo con las comunidades rurales, para que comprendan qué actividades están permitidas en zonas protegidas y bajo qué condiciones pueden cultivar o acceder a ciertos terrenos.
“Deben saber cuándo están infringiendo la ley y cuáles son las consecuencias. La información es clave para proteger nuestros recursos”, añade Suren.
Cada agente de ecopatrulla porta una cámara corporal y una tableta desde la que puede registrar coordenadas GPS, infracciones y datos de vehículos o personas involucradas en actividades ilegales. Estos datos se transmiten automáticamente a un centro de gestión operativa donde se procesan y almacenan.
“Se trata de un sistema moderno y eficiente. Ya no hay lugar para la improvisación”, afirma Lusine Aleksanyan, Secretaria General del Servicio de Patrulla Ambiental. “Ahora todo se hace de forma digital, con transparencia y bajo control constante”.
Un modelo que podría inspirar a otros países
Antes, los antiguos guardabosques trabajaban solo en horario diurno y con recursos limitados. Hoy, las patrullas operan 24/7, respondiendo a los desafíos reales del medioambiente en Armenia. La iniciativa no solo mejora la vigilancia, sino que marca un cambio de paradigma en la forma en que el país protege su biodiversidad y recursos forestales.
En paralelo, el gobierno enfrenta desafíos importantes, como la expansión minera en la región de Lori, donde residentes y activistas denuncian amenazas a zonas verdes. En este contexto, el nuevo servicio se convierte en una herramienta crucial para frenar la degradación ambiental.
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